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La seducción de los libros

La seducción de los libros

Un libro es un amor eterno. No se aleja porque cambiaron los tiempos o aumentó la rutina. Con los almanaques, las amarillentas hojas pueden aliviar o desempolvar rumbos.

Una de estas tardes de insoportable sopor la doctora María Dolores Ortiz acudió a una cita con el libro y con Pinar del Río. Era el aniversario XIX de la Editorial Loynaz, de la cual es una amiga permanente.

Voraz lectora, conocida en Cuba y también en el exterior por su legendaria presencia en el panel de Escriba y Lea, ella tiene una peculiar manera de abordar la promoción de la lectura. Las respuestas a nuestras preguntas así lo denotan.

 

 

-Hay quienes piensan que debe profundizarse en la calidad de lo que se lee.

“Creo, como Gabriel García Márquez, que la mala poesía conduce a la buena. Lo mismo ocurre con el libro y el teatro. Con el tiempo el gusto se depura.

“Todas las mujeres hemos leído en nuestra juventud a Corín Tellado y después llega el momento en que necesitamos acudir a otras lecturas. No es que defienda a Corín Tellado, lo que quiero explicar es que algunos de sus libros pueden satisfacer gustos de la edad juvenil.

“Se debe publicar más para esa etapa de la vida con el objetivo de que se vinculen más con los volúmenes literarios. Deben leer todo, desde Homero a nuestros días”.

 

 

-Algunos opinan que las nuevas tecnologías influyen en que las personas se aparten de la letra impresa.

“Las nuevas tecnologías son un fenómeno de la civilización, hay que aceptarlo como tal. Siempre que se inicia algo nuevo surge la controversia. Así ha sido a través de la historia de la humanidad, cuando apareció la radio no desapareció la literatura, tampoco la televisión la desplazó.

“Mediante los clásicos, Homero entre ellos, o  los escritores del siglo de oro cubano en la literatura, por sólo citar algunos autores, se puede entender  mejor una época, un tipo de sociedad”.

 

 

-Los jóvenes piden leer a García Márquez, Nobel de Literatura 1982.

“En mi experiencia ellos prefieren El amor en los tiempos del cólera, antes que Cien Años de Soledad, pero paulatinamente se puede educar en el aumento de la calidad de lo que se lee, siempre a partir de la familiarización del libro, de cualquier tipo que sea”.  

 

 

La doctora en Ciencias Filológicas, a propuesta del doctor Fernández Retamar impartió a inicios de la Revolución cursos de superación para locutores de radio y televisión, entre ellos tuvo a Cepero Brito como alumno, quien después la propondría para trabajar en el programa que surgió poco tiempo después, Escriba y lea.  

Un amplio historial atesora esta mujer en la promoción de la lectura, a tal punto que en estos días, como antesala de la XVIII Feria Internacional del Libro en esta provincia, se enroló en un hermoso proyecto que desarrollan la Editorial Loynaz y organizaciones juveniles en el territorio.

 

 

Se trata de llevar el libro a los institutos preuniversitarios del municipio cabecera provincial. Y quién mejor para hacerlo que la sabia mujer que con un exquisito lenguaje y la sobriedad que le caracteriza mantiene al auditorio expectante ante el fluir de su intelecto.

Así ocurrió en la Loynaz recientemente al ser invitada para conversar acerca de esta institución promotora del libro.

Allí intercaló curiosas anécdotas relacionadas con la vida y obra de la poetisa Dulce María Loynaz, de quien contó que cuando muchos pensaban que había muerto, Aldo Martínez Malo y el centro Loynaz la trajeron de vuelta para los lectores cubanos.

Pero María Dolores se adentró también en lo que significa el patriotismo para quien nace en cuna pudiente, como Dulce María, de ascendencia mambisa,  y  fue capaz de quedarse en su nación, adaptarse y cumplir sus leyes.

 

 

Contó la doctora que siendo la autora de Jardín una jovencita, el vecino quería cortar un flamboyán que deleitaba con sus flores el alma imaginativa de la muchacha. Entonces la abuela, abuela al fin, quiso comprar el árbol. El dueño dijo que debía comprar todo el terreno.

Al final aquel flamboyán quizás pasó a ser uno de los más caros del mundo. Costó 40 000 pesos. Toda una fortuna y más en aquella época.

Así la inteligencia femenina que es presencia permanente en Escriba y Lea hilvanó la historia y pidió al auditorio leer o releer Fe de Vida, escrito por la poetisa, y también Cartas que no se extraviaron, compilación de epístolas, incluidas las intercambiadas entre el pinareño y la autora de un Verano en Tenerife.

Los presentes en el patio de la editorial Loynaz corroboraron que un amor permanente estuvo sentado allí todo el tiempo: el libro.

 

Imagen: la doctora María Dolores Ortiz

 

  

 

  

 

 

 

 

 

 

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