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Vida sobre zancos: teatro callejero

Vida sobre zancos: teatro callejero

“Estar subida en zancos es como aprender a caminar. Necesitas autocontrol para hacer todos los movimientos lentamente, hasta para voltear la cabeza, pues puedes caer desde casi dos metros de altura”.
La joven instructora de teatro Yaniuska Hernández nos relata sus peripecias sobre zancos, así tranquilamente, en un reto al peligro, mientras sonríe traviesamente. Linda Gilsa Blanco es aún más directa: “Hay que ser arrestado”.
Ellas son dos de las integrantes del Grupo de Teatro Callejero Medioambiental formado por 14 jóvenes instructores de arte, quienes el 21 de febrero, durante la entrega de los premios Olga Alonso y Cultura comunitaria, en la ciudad de Pinar del Río, atrajeron la atención de los presentes desplazándose por el lateral del teatro Milanés.
Llevaban un llamativo vestuario confeccionado a partir de desechos como chapas de botellas, sacos de yute y otros materiales desechables que ellos aprovechan hasta el último centímetro, tal y como nos contaron las jóvenes ya citadas, minutos después de concluir su presentación y aún agitadas por la tensión.


Luis Manuel Llano, otro de los instructores, relató que ya han actuado en varios institutos preuniversitarios y en otros centros educacionales del territorio; también realizan talleres en las comunidades para interactuar con el público y motivar la conciencia ambientalista, de aprovechamiento de materiales reciclables, tal y como realizan hasta naciones desarrolladas como Canadá, por sólo citar un ejemplo.
Una de las obras que adaptaron a su propuesta –con la ayuda de Ulises Cala- fue Galápagos, un canto de amor a la naturaleza, a todas sus especies, cientos de las cuales aparecen en las listas de extinción o en peligro de ello.
Al concluir la conversación tuvieron la buena fortuna de que el conocido actor Manuel Porto, director del grupo Korimakao , asentado en la ciénaga de Zapata, intercambiara con ellos, con la mediación de dos periodistas presentes, quienes contagiados con los deseos de trabajar de los muchachos, propiciaron el encuentro.
Una de las muchachas aseguró que sólo les hacía falta una guagua, pan y agua para presentarse en algún lugar.
Se trata de una frase que es casi un talismán entre ellos, con toda su carga de broma y desenfado juvenil.
Guardaron como recuerdo varias fotos junto a Porto, y un manojo de consejos provenientes de un actor de larga trayectoria quien, entre tantos personajes sentó un precedente insoslayable en su anciano apegado a la ciénaga de Zapata en la novela Cuando el agua regresa a la tierra.
El arte y la buena voluntad quisieron que dos lugares de Cuba –simbólicamente- la ciénaga y Pinar del Río, se encontraran el pasado 21 de febrero.
Fueron 34 los días que permaneció el grupo Korimakao en la provincia más occidental, en las comunidades azotadas por los huracanes. También los instructores de arte de Vueltabajo estuvieron allí, con sus coterráneos.
Cuando los tiempos son difíciles lo mejor de los seres humanos los une, los salva.

Foto: Cortesía de Pedro David y de Yuniel (instructor de arte)








2 comentarios

Zenia -

Así es Osmaira, también me pasó igual. Jamás pude vencer ese temor. Me comentaban los muchachos, aunque no lo amplié en esta simple reseña, que tienen que entrenar mucho para dominar su propio cuerpo.
Dile a Amparo que salude a Mariana,la decimista, de mi parte. Un abrazo

Osmaira -

De verdad se trata de un juego arriesgado al que siempre le temí en mi infancia, así como al de montar patines. Un abrazo colega