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Asesinan a un adolescente en Honduras. Foto

Asesinan a un adolescente en Honduras. Foto

Mi hija cumple hoy 18 años. Anoche los esperó con sus compañeras de aula universitaria con toda la alegría y desenfado que se pueden tener a esa edad.

Pensaba en ello cuando leí esta triste nota y vi la foto del muchacho hondureño que tenía su misma edad:  

 

Un adolescente murió ayer en la tarde luego que gritara “golpistas” a un grupo de policías que se transportaban en la patrulla 4-10, informaron familiares y vecinos que presenciaron el crimen.

 

La víctima fue identificada como Elvis Jacobo Euceda Perdomo, de 18 años, quien murió en la colonia Las Colinas, de la aldea del Carmen de dos disparos de fusil.

 

El joven, que se dedicaba a halar leña de un cerro cercano a la colonia para agenciarse algún dinero, en el momento del percance iba montado en una bicicleta color rojo. El se dirigía a jugar al campo de fútbol.El personal que hizo el levantamiento encontró este casquillo de Galil, el arma oficial de la policía.Según testigos, el crimen sucedió cuando el adolescente pasó cerca de la patrulla y gritó “golpistas”.

 

En ese momento uno de los policías (que no fue identificado por su apellido) se bajó del vehículo y disparó el fusil que portaba contra la humanidad del muchacho, que iba a unos 70 metros de distancia.Los disparos impactaron en la cabeza y espalda. Por mientras llegaban las autoridades a hacer el reconocimiento del cadáver, los familiares taparon a su pariente con una sábana color blanco.

 

Redacción de Diario El Tiempo, San Pedro Sula

 

Tomado del blog:

 

http://fabricioestrada.blogspot.com/

 

 

 

NO ES UN BUEN NEGOCIO PARA LOS GOLPISTAS MATAR A  ZELAYA

Oscar Amaya Armijo

 

El 29 de junio, tras el golpe, predije, dado el nivel de polarización que los sectores dominantes promovieron antes, durante y después del golpe, que estábamos al borde de una guerra civil. Además, propuse una agenda de negociación para salir pacíficamente de la crisis, pero nadie hizo caso. Hoy sufrimos las consecuencias.

 

Ahora, con la presencia del Presidente Manuel Zelaya Rosales, en Honduras, aquellas condiciones objetivas y subjetivas para una guerra civil se han profundizado, no por que la presencia de él provoque esta situación, sino más bien por la excesiva soberbia  con que  los golpistas reaccionan  al no intentar  una solución negociada al conflicto, tal como lo plantea la comunidad internacional de naciones.

 

Antes bien, cuando Zelaya, tras su arribo a Tegucigalpa, propuso un diálogo con todos los sectores económicos sociales y políticos, los golpistas respondieron con el toque de queda y  con una represión brutal contra el pueblo hondureño. Tan desproporcionado es el odio que se le tiene a este hombre, solitario y desarmado, que todas las fuerzas especializadas, y armamento complejo, lo mantienen sitiado en la embajada del Brasil.

 

Qué paradójico: mientras la resistencia se juega la carta de la lucha pacífica, los golpistas apuestan a la lucha armada en nombre de la paz. Y no es que la resistencia sea débil como para rehuìr el enfrentamiento armado, sino que la práctica de esta mística no solamente la ha fortalecido internamente, sino que también ha ganado un enorme reconocimiento internacional.

 

La resistencia –y esto lo saben los cuerpos de inteligencia militar- es tan grande y fuerte que en un tiempo corto desbarataría – si se lo propusiera- a cualquier fuerza con todo y su armamento. Pero la idea –mesiánica, si se quiere- de poner la otra mejilla, ante los golpes prepotentes  es lo que ha venido sucediendo hasta ahora. La resistencia ha puesto los muertos, mutilados, heridos; en cambio los golpistas están intactos, sin sufrimiento alguno. Esta práctica pacifista del pueblo hondureño, no obstante,  se acorta aceleradamente.

 

Ahora bien, de existir en alguna cabeza paranoide de algún golpista, la idea estùpida de matar a Manuel Zelaya Rosales, en un asalto a la embajada del Brasil, estaríamos frente a dos problemas concretos: primero, frente a una profundización de la violencia utilizando todos los medios posibles de exterminio y, segundo, hacia una regionalización del conflicto, dado el unánime rechazo al golpe de Estado por parte de la comunidad internacional y, sobre todo, de los países latinoamericanos. En ambos casos, perderíamos todo, la  paz entre los hondureños y la soberanía del país.

 

De aquí que eliminar físicamente a Zelaya sería un mal negocio que haría la paranoia golpista. Además, no es cierto lo que recomienda un tal Raviber  de que muerto perro, terminada la rabia, puesto que la lucha de los hondureños rebasa ya los marcos de la restitución de Zelaya al poder. Hoy estamos en el marco de una revolución que exige una Honduras más solidaria  y equitativa.

 

 Aún cuando, por ejemplo, Zelaya llegue a acuerdos con los sectores oligárquicos para paliar la crisis actual, la resistencia posee los mismos objetivos ulteriores: convocar a una constituyente para refundar el país, crear condiciones para que la resistencia organice –sobre la base de la resistencia- el Frente Amplio de Oposición para  enfrentar al ultra conservador Partido Nacional, en elecciones generales y democráticas.

 

Nadie, por supuesto –por lo menos en la resistencia-, desea salidas sangrientas a la crisis, pero debe existir en el bloque de poder dominante, alguien que moderadamente, y por encima de las espurias ganancias del capital, plantee una salida negociada a la crisis, de lo contrario la locura paranoica de los golpistas nos lanzará al abismo sin fondo de la violencia sin par.  

 

 

 

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