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CARTAS DE AMOR DESDE CUBA: SILVIO RODRÍGUEZ

CARTAS DE AMOR DESDE CUBA: SILVIO RODRÍGUEZ  
Mi querida Chabela La Habana, 6 de abril de 1992Me llena de emoción, y de responsabilidad, lo que me pides: unas palabras para la primera edición que se hace (cosa que resulta increíble) de las partituras de las canciones de tu mamá -y en cierta medida de la mía y de lo que se da en llamar Nueva Canción Latinoamericana- Violeta Parra.Y ya montado en el intento, descubro que responsabilidad y emoción son la amalgama de conciencia y sentimiento que debiera orientarme. Sin embargo me temo que no voy a poder ser muy científico, aunque me gustaría.Dejemos, pues, hablar primero a la memoria.Fue una tarde avanzada, cuando casi nos íbamos después de un día de almuerzo y plática, cuando Haydée Santamaría nos dijo que nos quedáramos otro poco, y tras desaparecer por un instante regresó con un pequeño tocadiscos que colocó en el suelo penumbroso, y nos dijo “quiero que escuchen a una chilena”.No sé si Pablo o Noel la habían oído (creo que alguno de ellos sí), pero a mí sólo me había llegado su nombre.Entonces Haydée, que sabía ver en la oscuridad, enchufó el aparato, extrajo el disco, lo puso y apretó todo lo que había que apretar para que la música empezara a salir, silueteando el silencio.Era una voz con un hermano Roberto; una que acusaba el recibo de una carta con una diatriba desesperada en compás ternario, con una cólera impecable, con un timbre tan honesto que me recordó a María Teresa Vera, con una antigüedad y al mismo tiempo con un sentido tal de porvenir que me dejó perplejo.¿Qué coño es eso?, me dije, esta mujer es un peligro. Y sí, Violeta es muy peligrosa, y sobre todo para mí que andaba en busca de lo mío, y con mucha facilidad podía acomodarme a las maravillas (me había pasado con los Beatles, me pasaba con Buarque y con la seductora ambrosía de Yupanqui).“Run Run se fue pa’l norte” y “Volver a los 17” -¿para qué hablar de “Gracias a la vida”?-, “acabaron” conmigo. Pero cuando salté, y luego vi saltar a Leo Brouwer aún más alto, fue con “El gavilán”.“El gavilán” musicalmente es la tesis de continuidad y ruptura más contundente que le había escuchado a un cantor latinoamericano. Era compromiso y libertad, ortodoxa e iconoclastía, era un “embutido de ángel y bestia”, como dirá don Nicanor, el caballero verde.
Para Violeta Parra el maquillaje no existía, por eso, aun cuando se ponga de moda ser folklórico, va a ser inabarcable, hay cosas que las modas no podrán alcanzar, ni los ismos ni ciertas corrientes.
Se puede poner de moda una manera de cantar, de hablar, de vestirse y hasta de ser (o aparentemente que se es); pero la tierra, las montañas, el mar y el cielo fueron desde hace mucho configuraciones esenciales, como la Viola, y como ella dejaron su señal, vaya después el Universo adonde quiera ir.Bueno: ésa es la parte de autoctonía que se le suele ver a la Violeta, la otra, la funcional, la que trasciende la semilla e inventa un mundo propio, siempre contemporáneo, es la cuestión menos comentada de su arte.Quizá sea tarea de la ciencia -con conciencia- ese análisis. Lo cierto es que no está completa la justicia, y ya le falta mucho, hasta que se proclame su condición de espuma junto a la de sedimento. Y es que Violeta Parra, que venía de tan hondo, que era parte de lo primigenio, usaba esta sabiduría para saltar a lo nuevo, como defendiendo las raíces desde la exuberancia del follaje.Virtud de los elementos, Violeta Parra.Silvio
http://www.atinachile.cl/blog/24202 Del blog Rebelión Sur – una voz de la izquierda chilena que se expresa en la dirección elctrónica anterior, tomé esa carta de Silvio que muchos chilenos guardan como un bello recuerdo. Desde esa misma tribuna vuela la solidaridad con Cuba.

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