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PERIODISTAS EN COBERTURAS DE CATÁSTROFES

PERIODISTAS EN COBERTURAS DE CATÁSTROFES

La redacción del periódico Juventud Rebelde se trasladó ayer de forma provisional para el Consejo Popular Sierra Maestra, en el municipio pinareño de Los Palacios.

Periodistas, fotógrafos, realizadores, diseñadores, caricaturistas dejaron a un lado los actos diarios de su cotidianidad, compartieron con los residentes de la zona una jornada que incluyó recogida de escombros; limpieza, y hasta la pintura de la iglesia, la cual acogió a cientos de evacuados durante las más duras horas del azote de dos huracanes con solo ocho días de diferencia.

Como en todo buen grupo de cubanos,  no faltó, en medio del trabajo, el momento para la broma y la risa, pues ellas ayudan a que la vida no solo sea un sufrimiento; también un goce.

Un motivo en el que se entrelazaron lo profesional y lo humano los impulsó: Taller periodístico relacionado con coberturas de catástrofes; pero la realidad dejó pequeño al título. El amplio círculo de personal técnico y lectores comunes derribó todas las barreras.

Una química especial reinó en el ambiente. Unos regocijados con aliviar en algo el dolor de los otros, al ir a lo que quedó de sus casas; escuchar sus  relatos.

 Otros, comprobaron una vez más que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”; que en cualquier lugar de la isla hay un testimonio de entereza y tenacidad para vivir.

Varios reporteros y habitantes de la zona se reencontraron. Quizás sin darse cuenta, un lazo de afecto, de identificación los estaba uniendo aún más.

Fotografías de momentos ya superados; pero no olvidados, corrieron de mano en mano.

La realidad rebasó lo previsible. Todos los estrechos marcos fueron rotos: los protocolos; el academicismo.

Dos botones de muestra de la palabra cooperación saltan a la vista entre tanto muñón herido: el parque infantil y una cafetería, recién concluidos por entidades estatales de Ciudad de La Habana.

Acercarse con respeto a la historia real de los protagonistas; entenderla en la plenitud de sus esencias, y medir cuánto de certero tiene el periodismo escrito en este tipo de contingencias, fueron las mayores motivaciones de los visitantes, quienes no trajeron un donativo, porque la palabra queda chica a la intención; mas bien compartieron lo que tienen para quedarse un poco en el corazón de la gente humilde.

Los presentes asistimos a un acto de fe: en el prójimo, en la capacidad de reponerse ante un golpe, en la virtud escondida en traje no lujoso.

Y la voz del poeta iluminaba las casas convertidas en miniatura a golpes de vientos: “Yo estrecho con gozo toda mano callosa”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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