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¿De qué escriben las mujeres en Cuba?

No disponemos de cifras acerca de cuántas mujeres en la isla ejercen el periodismo, pero al aplicar el simple método de la observación en las redacciones de los medios de  prensa salta a la vista el aumento de la presencia femenina en ellos.

Antiguos clisés y no pocos prejuicios acerca de los gustos y tendencias femeninos encasillaron a las periodistas en la jaula dulce y dorada de secciones destinadas a las modas, las recetas de cocina y el cultivo de las plantas, como si en el propio acto del nacimiento ya estos temas vinieran predeterminados en las neuronas del “sexo débil”.

Es innegable que estos tópicos son más cercanos al alma femenina, por el detenimiento en el detalle; pero ello no quiere decir que no tenga capacidad para abordar otros espacios de la vida, además, por acunarla a ella durante nueve meses su psiquis se entrena, según no pocos expertos, en avizorar peligros para su descendencia.

Un científico pinareño, especialista en ginecobstetricia, presentó hace años una investigación basada en la menor incidencia de las mujeres en delitos graves y actos violentos.

Afirma un lúcido escritor cubano, Roberto Manzano, que las mujeres siempre preguntan antes de comenzar una reunión si ya se sabe dónde almorzarán los participantes.

 

 

 

No es el único que reconoce la capacidad para administrar y repartir panes y peces que tiene el sexo femenino.

Pues también de estos aspectos escriben hoy las periodistas, de la producción de alimentos y de todas las áreas de la agricultura en general; igualmente abordan la conformación de la familia y los factores que inciden en ello, lo cual quizá depende del peso que la sociedad culturalmente patriarcal recarga sobre sus hombros.

Son mayoría las mujeres en múltiples carreras universitarias sin embargo, esta realidad no es proporcional con el desempeño en cargos de relevancia  para la nación.

Es precisamente en ese punto en el cual deberá hurgar y responder la sociedad para lograr verdaderamente la equidad de géneros en un país en el cual los hombres de 75 y más años se consideran aún vigorosos y activos- nadie lo duda-,  mientras califican de viejas a las mujeres de 40.

La menopausia es amplificada, no como una etapa que requiere comprensión en la familia, sino casi como un estigma para las mujeres, como si el hombre no tuviera un período similar en la andropausia.

Se trata de todo un esquema de códigos y mitos arrastrados por años y que aparecen  en la herencia social de generación en generación e impiden que ambos géneros, el femenino y el masculino, sean vistos de igual a igual, aunque con nuestras lógicas diferencias.

Al hurgar en la asignatura Comunicación y Sociedad Cubana, de la carrera de Comunicación Social, en las sedes universitarias municipales, notábamos las pocas referencias que existen en los textos a las mujeres que desempeñaron el periodismo en Cuba y que lo hicieron de una manera destacada.

 

 

 

Los pocos nombres que aparecen son de poetisas, a pesar de que en el otro campo, en el acto de contar la realidad cotidiana, hay un amplio desempeño femenino.

Quizás estas lagunas pendientes influyan en que sólo dos mujeres posean el Premio Nacional de Periodismo José Martí entre una pléyade de hombres, lo cual puede apreciarse en el último número de la revista Enfoque, de la Unión de Periodistas de Cuba.

No somos la persona más indicada para este análisis, para ello existen las instituciones requeridas así como expertos y prestigiosos jurados. Nuestra opinión sólo desea llamar la atención sobre un tema presente en la sociedad: la invisibilidad femenina, asunto al que hemos dedicado entradas anteriores en este sencillo blog.

De hecho en estos días varias periodistas fueron premiadas como ganadoras del concurso nacional de la ciencia Gilberto Caballero, lo cual ratifica que la noticia, la entrevista, el reportaje, y  la crónica hechos en Cuba por mujeres no abordan solo  modas,  recetas de cocina y  plantas, espacios también de gran utilidad  y que respetamos mucho; pero a los cuales hace rato se le incorporan otros.  

Deseo que me disculpen si reiteré varias veces el vocablo mujeres. Estoy presionada con el tiempo real.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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