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28 de marzo. La hora del Planeta

28 de marzo. La hora del Planeta

 

Numerosos mensajes de SOS como el de dedicar el 28 de marzo a LA HORA DEL PLANETA recorren la red.  Los datos  ilustran esa necesidad:

 

Si todos viviéramos como la población promedio en los países ricos, el planeta sólo podría soportar mil 800 millones de personas, y no los seis mil 700 millones que viven en la actualidad.

Con la consolidación del capitalismo industrial el hábitat planetario ha entrado en una fase crítica de aceleración y descontrol.

 

 Los fenómenos globales inducidos por la civilización industrial, han traído un sinfín de ventajas y  e inimaginables posibilidades, pero también han hecho del hábitat planetario un espacio cada vez más inseguro, incierto y peligroso.

 

 

 

Dos fenómenos encabezaban esta crisis de civilización: el calentamiento global y el fin de la era del petróleo. Ahora debemos agregar la crisis provocada, y largamente anunciada, por la voracidad insaciable del capital.

 

 La población humana se incrementó más de cuatro veces entre 1900 y 2000

Ello supone la llegada cada año al planeta de 77 millones de nuevos seres humanos

 

 

La energía utilizada en el siglo XX ha sido mayor que la utilizada a lo largo de toda la historia de la especie, y diez veces mayor a la usada en los mil años previos (Mc- Neill, 2000).

 

 

 El uso del agua se elevó nueve veces; el incremento del bióxido de carbono (CO2), el principal contaminante atmosférico, fue de 13 veces, y las emisiones industriales de ¡40 veces!

 

 Todas las reses del mundo pesan más que todos los seres humanos juntos, y en varios países como Uruguay, Costa Rica o Australia, existen más vacas que humanos. Hacia 2001, las reses habían alcanzado los mil 530 millones, cada una de las cuales eructa metano y óxido nitroso, gases que inducen el calentamiento global.

En países como Brasil o Estados Unidos, cada parcela agrícola puede ser dedicada a alimentar a los autos (agrocombustibles), a las reses (pastizales) o a los humanos (cereales, hortalizas, legumbres, etcétera).

Tan sólo en Europa, posiblemente la región con las leyes más estrictas, existen unos 30 mil productos químicos sin control, es decir, de los cuales no se sabe nada acerca de sus efectos sobre la salud humana y el ambiente (El País, 25/9/2005, página 21).

El "experimento incontrolable" que caracteriza al metabolismo industrial se explica entonces por los mecanismos insaciables de un mercado dominado por el capital que echa mano de un gigantesco poder de transformación, cada vez más acrecentado por la innovación científica y tecnológica.

Fuente:  http://www.ecoportal.net/content/view/full/84916/

Ante semejante panorama qué se puede hacer. Una palabra clama por acciones más racionales: sustentabilidad. Es la única manera de lograr un equilibrio entre las necesidades de  los 6 mil 700 millones de terrícolas que habitamos el  ¿planeta azul?.

De lo contrario el Sur presionará aún más las puertas de las naciones desarrolladas que quieren cerrarse ante los emigrantes.

El equilibrio es una necesidad tanto de los industrializados como de los pobres, aunque aún los primeros no comprendan que se necesita una mentalidad menos consumista para no cargar las espaldas de los de abajo.  

Una pequeña nación como Cuba, con pocos recursos ¿hacia dónde dirige la intencionalidad de sus programas?. A la sustitución de importaciones; al aumento de las producciones agrícolas en cada pedazo de tierra, incluso hasta en los llamados realengos, como vimos hace poco en la Empresa Cubaquivir, de Los Palacios, Pinar del Río.

La industria local y las alternativas a nivel de comunidad en la fabricación de elementos para la construcción de viviendas son otras miras a las que dirige el país la organización de brigadas de constructores y la incorporación de las propias familias en la construcción de viviendas.

 

 

 

 

 

 

 

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