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Los pobres y el G-20. Yo quiero paz

Los pobres y el G-20. Yo quiero paz

Lo que sabíamos todos, incluidos los neófitos en temas de economía: La vida sigue igual, a pesar de que el billón de dólares es la palabra más repetida hoy en Internet. Cifra de muchos ceros que deslumbra pero…¿cuánto le tocará de ella a los países pobres que también son los más afectados por la contaminación de las grandes naciones?.

Ya lo han dicho los expertos. Se trata de un  simple reacomodo interno que intenta brindar cierta imagen de estabilidad y orden.

El FMI sigue de dueño y señor de todo y el seguirá siendo el gran repartidor.

Está la promesa de una contribución de 100 mil millones de dólares que los "bancos de desarrollo" harán circular en el resto del orbe entre más de centenar y medio de naciones llenas de miserias y carencias. Ellas tendrán que seguir a la espera de un milagro.

Vale puntualizar que en el comunicado final se dedican pocas palabras a recordar las dificultades de los países pobres.

Otra vez los dólares sacarán de la crisis a quienes la generaron y todo quedará igual.

Un grupo de economistas reconocidos a nivel mundial y encabezados por el premio Nobel Joseph Stiglitz solicitaban que se aumentara la ayuda efectiva al desarrollo con vista al  cumplimiento de los objetivos de Desarrollo del Milenio. 

Pero eso no ocurrió. Las palabras pobres y pobreza no están de moda en un mundo que globaliza solo las fachadas del sistema capitalista; pero que deja intacta la trastienda.

Y yo sólo quiero paz en esta isla del Caribe, no es poco, es un bien muy preciado y escaso en muchas latitudes en las que se le reclama, quizás porque el hombre no ha sabido primero recurrir a la diplomacia antes que a las armas, a la palabra antes que a la bofetada.

Me conformo con poco, quizás, pero recuerdo ahora estas frases de Mahatma Gandi:

Europa sólo es cristiana de nombre. La guerra ha demostrado el carácter satánico de la civilización occidental.

 

La verdad es totalmente interior. No hay que buscarla fuera de nosotros ni querer realizarla luchando con violencia con enemigos exteriores.


Todo derecho que no lleve consigo un deber, no merece que se luche por defenderlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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