REABRE EN CUBA TEATRO JOSÉ JACINTO MILANÉS. EL POETA LOCO
Por su escenario desfilaron importantes figuras de la cultura nacional como Rita Montaner, Alicia Alonso, Rosita Fornés, entre otras. En 1989 sirvió de set principal para la filmación de la película La bella del Alambra, y poco después cerró sus puertas.
Al conocido pintor y restaurador Julio César Banasco correspondió la tarea de restituir todo el decorado del Milanés, que presentará una programación por temporadas, en la que el público pinareño podrá disfrutar del teatro lírico, dramático, danza y otras manifestaciones.
El teatro Milanés necesitó en su reparación capital de dos millones de pesos y medio millón en pesos convertibles, lo que permitió dotarlo de la luminaria, sistema de aire y audio propios para su ambientación.
Fuerzas de trabajo pertenecientes a Construcción Civil, el MICONS, Industrias Locales y Servicios han trabajado en esta instalación.
La presencia del autor, el riesgo de un espacio no habitual, la absoluta entrega del joven elenco, la sugestión del pequeño coliseo de nombre “Milanés” inundado por un público deseoso, confirieron a la función un efecto mágico. Todas las carencias de la puesta quedaron en un segundo plano ante el creciente empuje de actores imberbes, dispuestos sin embargo, a conseguir esa inenarrable comunión con los espectadores.
El “medio” de esa búsqueda es precisamente la obra de Estorino sobre José Jacinto Milanés o, tal vez mejor dicho, una de sus dos piezas sobre el poeta matancero. Aunque se habla de Vagos rumores como una reescritura o versión del propio autor a partir de La dolorosa historia del amor secreto de don José Jacinto Milanés, el tiempo va dejando más claro que se trata de dos obras con presupuestos independientes aunque conectadas por un mismo paisaje temático.JOSE JACINTO MILANES Y FUENTESLa fuga de la tórtola(1840)Tórtola mía! Sin estar presa
hecha a mi cama y hecha a mi mesa,
a un beso ahora y otro después,
¿ porqué te has ido? ¿Qué fuga es esa,
cimarronzuela de rojos pies?
Ver hojas verdes solo te incita?
El fresco arroyo tu pico invita?
Te llama el aire que susurró?
¡ Ay de mi tórtola, mi tortolita
que al monte ha ido y allá quedó!Oye mi ruego que el miedo exhala.
¿ De qué te sirve batir el ala,
si te amenazan con muerte igual
la astuta liga, la ardiente bala,
y el cauto jubo del manigual ?
Pero ay ! Tu fuga ya me acredita
que ansia ser libre, pasión bendita
que aunque la lloro la apruebo yo.
¡ Ay de mi tórtola, mi tortolita,
que al monte ha ido y allá quedó!Si ya no vuelves ¿ a quien confió
mi amor oculto, mi desvarío,
mis ilusiones que vierten miel,
cuando me quede mirando al río,
y a la alta luna que brilla en él ?Inconsolable, triste y marchita
me iré muriendo, pues a mi cuita
mi compañera me abandonó !
¡ Ay de mi tórtola, mi tortolita,
que al monte ha ido y allá quedó (José Jacinto Milanés)De las nupcias entre el bayamés, Don Alonso Milanés y la matancera, Doña Rita Fuentes, nació un primer hijo, al que pusieron por nombre, José Jacinto, el día 16 de agosto de 1814, en la ciudad de Matanzas, en una casona silenciosa,, levantada en la calle Gelabert.
De posición modestísima el matrimonio, que vió agravada su difícil situación económica con la llegada de otros hijos, tuvo que enseñarle las primeras letras al primogénito, en el propio hogar, como más tarde hiciera con varios de los otros hermanos, que alcanzaron el número catorce.
Estudió francés el italiano, y, también, en la lectura ávida y comparativa de los clásicos del teatro español.
De natural, solitario, melancólico y taciturno, se encontró con que las musas eran el único solaz de su alma, el solo alivio de sus innatas soledades espirituales, así, él escribía sus versos, que eran escape a sus diarias, hondas, congojas.
A los 18 años de edad, buscando horizonte más dilatado para su progreso de vida material, José Jacinto Milanés llegó a la Habana, tomando nuevo trabajo en una famosa ferretería, para retornar a Matanzas, meses después, respondiendo a las voces dolidas de Doña Rita, que desde la ciudad provinciana lo llamaba, desesperada, temiendo por su vida, porque en la Capital de la Isla, el cólera hacía estragos.
A su regreso, la vida artística de Milanés se hizo más llevadera. Conoció, entonces, a Don Domingo del Monte, ya consagrado y destacado en las letras patrias, que había de ser con los años, su gran amigo y consejero.
Delmonte, en las veladas improvisadas a diario, en el hogar de Don Félix Tanco Bosmeniel, fué catando la sensibilidad poética de Milanés, que, apartándose de las maneras de otros jóvenes aedas, no seguía a Heredia, sino que se presentaba, aunque defectuoso en la técnica, personal y distinto en su lirismo apasionadamente romántico, saturado de melancolía y de ternura idílica.
Milanés cae en una febril actividad. Produce sin fatigas: nuevos versos, y sus primeros trabajos en prosa, éstos últimos, muy escasos. “El Plantel” y “La Cartera Cubana”, son portavoces de sus rimas, a la sazón.
En aquellas valles matanceros, que lo vieron nacer y que recogieron desde la más ligera hasta la más acentuada manifestación de su tortura espiritual, comenzó su cerebro a trastornarse definitivamente, principalmente, a causa de la negación amorosa de la prima; enmudeciendo de pronto, y enfermando de cuidado.
A los dos años de su mutismo, de su extravío mental declarado, su hermana, Carlota, buscándole alivio, lo acompañó a la Habana, donde el poeta no encontró la mejoría que esperaban sus familiares.
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yolanda rodriguez -