HEMINGWAY, UN CUBANO MÀS
Elizabeth López Corzo
Que el escritor norteamericano Ernest Hemingway, Premio Nóbel en 1952, se autodeclarara "cubano sato" y prefiriera esta ciudad durante más de 20 años de su vida, es cosa sabida y digna de orgullo para los que aquí nacimos.Aunque biografías incompletas no lo tomen en cuenta, en la historia y el recuerdo de este pueblo es ya un hito.
Principalmente en la localidad capitalina de San Francisco de Paula, donde se encuentra la Finca Vigía, su residencia oficial entre la década del 40 y 60, el nombre de Hemingway, o Papa, como lo llamaban sus allegados, será imborrable.
Fue desde esa casa, convertida hace 45 años en un museo, que el escritor escribió tantas de sus obras; que recibió a amigos y artistas que lo visitaban.Desde allí colaboró con el Partido Socialista Popular que luchaba contra la tiranía de los gobiernos cubanos, títeres de Estados Unidos.También fue ese barrio el que tuvo su primer equipo infantil de béisbol que el también periodista nombró "Las estrellas de Gigi", y del cual algunos de sus integrantes pasean hoy por sus calles con la alegría de haber dado un jonrón o un ponche con Ernest Hemingway y sus hijos.
La cubanía en Hemingway no era exotismo, era un sentimiento arraigado, una convicción, manifiesta en su vínculo directo con la cotidianidad de la Isla, dice Helio Orovio, musicólogo que ofreció una conferencia sobre el entorno musical del escritor, durante el XI Coloquio Internacional en su homenaje, que concluye hoy, en esta ciudad.I
ndependientemente de la amplia y selecta colección que Hemingway poseía en la Finca Vigía, en esta ocasión, el experto disertó sobre las canciones que sonaban en los bares, clubes y otros sitios muy visitados por el autor de "Adiós a las armas", entre los años 1928 y 1960, fecha de su primera visita a Cuba y su última estancia, respectivamente.Lo más relevante de la música cubana que el narrador poseía es que siempre fue la más representativa; poca, pero la mejor, la que ha trascendido en la historia de ese arte en el país: las obras esenciales de Lecuona, las de Rita Montaner con la orquesta de Gilberto Valdés en los 40, Juan Arrondo y otras muchas.
Orovio afirma que sus indagaciones acerca de la vida de Hemingway le han confirmado que este era mucho más cubano de lo que él había leído y más humilde que la imagen que brindan los libros.Un hecho que así lo ratifica, aún cuando ha sido poco divulgado, es la letra de la canción en lengua swahili que el autor de "El viejo y el mar" le hizo al legendario mártir cubano Antonio Maceo.
Estos coloquios internacionales celebrados anualmente han devenido puente cultural donde expertos cubanos, norteamericanos y de todas partes del mundo se reúnen para conferenciar sobre la versatilidad de Hemingway y siempre alguna nueva interpretación de su obra, su vida y sus misterios.
En San Francisco de Paula se le recordará como el escritor famoso que compartió su cena con los pescadores de Cojímar, cuando le entregaron el Nóbel; como el americano que escogió para vivir su vida esa colina, donde parece que se detuvo el tiempo hace más de 40 años, desde la que se ve la ciudad, lejos, como si estuviera dormida.
FOTO. FINCA VIGÌA, CUBA
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