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LAS COSAS DE BATISTA :CUBA

LAS COSAS DE BATISTA :CUBA La mafia tuvo desde bien temprana fecha contactos y negocios en Cuba que acrecentó de manera notable en los años 50, y que ha dado pie a que varios investigadores hurguen en los rastros de cómo Batista, aquel sargento taquígrafo, se convirtió en presidente en apenas siete años.

No fue seguramente por obra y gracia del espíritu santo.

 

Aunque sectores de la extrema derecha cubanoamericana y algunos corrillos de sus seguidores en el mundo intentan vender una imagen de bonanza y paraíso de aquella Cuba, ahí está la historia para decir la última palabra.

 

Los primeros rastros del crimen organizado en Cuba tuvieron lugar durante la Ley Seca en Estados Unidos cuando Al Capone comienza a destilar clandestinamente alcohol en Santa Cruz del Norte.

 

Tiempo después comenzó la mayor operación en la historia de la mafia con el levantamiento de Las Vegas en los años 50, y enseguida pensaron en el paraíso caribeño, Ciudad de La Habana, con la aprobación del gobierno de Batista.

 

En la azotea del Hotel Nacional tuvo lugar el encuentro de los capos empleando como fachada la celebración del cumpleaños de Frank Sinatra. También asistieron el jefe de la policía de Batista y un representante de la ITT, dueña de la cadena de hoteles Hilton.

 Allí se distribuyeron las partes de aquel suculento pastel que era La Habana.

El gobierno del dictador Batista se quedaría con el 15 por ciento de las ganancias que dejaban hoteles, casinos, y la distribución de heroína y cocaína a Estados Unidos, ah, y el presidente tuvo una comisión extra: un teléfono de oro macizo.

  

Enrique Cirules, investigador y escritor, fue el primero en escribir acerca de la presencia de la mafia en Cuba, en El imperio de La Habana.

 

Ya tiene el autor otros dos volúmenes escritos al respecto en una significativa trilogía sobre estas feas páginas de la historia de Cuba que bien merecen ser desempolvadas, sobre todo para curar la amnesia de aquellos que desde fuera tratan de embellecer lo que huele a cocaína.

 Aquella dictadura batistiana orgnizó un ejército paramilitar de torturadores bajo la elite del tristemente célebre senador Rolando Masferrer.

Así encajó la Isla entonces en el diseño de gobiernos pro norteamericanos y represores sangrientos, como también los hubo en otros países del continente, como copias de originales diseñados bajo el auspicio del Tío Sam.

 

De ahí que fueron apoyados y defendidos Somoza, en Nicaragua; Duvalier, en Haití; Rojas Pinilla, en Colombia; Pérez Jiménez, en Venezuela; Trujillo, en República Dominicana; Stroessner, en Paraguay, y después Videla, en Argentina; Ernesto Geisel, en Brasil, y Pinochet, en Chile, en una larga lista.

 A aquella etapa latinoamericana no la acusaban de nada los grandes medios de la derecha mundial.

Hoy, cuando gobiernos progresistas han llegado al poder por el voto popular en Latinoamérica, se lanza sobre ellos todo tipo de calumnias y críticas.

 Pero la memoria no puede ser borrada, si los pueblos se empeñan en defenderla.

Enrique Cirules ha empleado material que se encuentra en el Archivo Nacional de Cuba y demuestra cómo Estados Unidos controlaba la banca, la hotelería y el azúcar isleños y las razones por las cuales la mafia mudó para Cuba su centro matriz

 Él describe  la unión de los grupos financieros de Estados Unidos, la mafia y la inteligencia de cuya cofradía emergió el golpe de estado del 10 de marzo de 1952.

Por mucho que pretendan limpiar la imagen de Batista, él robó de Cuba más de 600 millones, y dejó tras sí una larga huella de asesinatos.

 En El imperio de La Habana Cirules relata como para 1940 el general-presidente ya había convertido  a Cuba en el centro internacional más activo para el tráfico de drogas.

Sobre su otro libro La vida secreta de Meyer Lansky el propio Cirules ha afirmado que es uno de los más reveladores testimonios de esa época. Libro de memoria de quien fuera chofer guardaespaldas del jefe del clan mafioso Habana-Las Vegas durante 1957-1958. Es una fiel y fascinante reconstrucción de una Habana de época.

 Precisamente ahora se intenta desde algunos círculos de la derecha mundial volver la vista a aquella ciudad y presentarla como un lugar soñado en una época de desbordado esplendor, como si ya estuvieran olvidadas las cosas de Batista.  Fuentes: -El imperio de La Habana, de Enrique Cirules-Enrique Cirules, sus libros y el general Fulgencio Batista. Lázaro David Najarro Pujol-¿Por qué le llamamos mafia?  Reinaldo Taladrid
Juventud Rebelde. 04/03/00
    

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