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MI CIUDAD

MI CIUDAD

El lugar de nuestas vidas: El tìtulo de ciudad le fue conferido por los reyes de España a Pinar del Río el 10 de septiembre, hace140 años. ¿Cuàntas lunas han pasado desde entonces? ¿Cuàntas alegrìas, tristezas y sueños ha cobijado esta tranquila urbe de provincia a 200 kilòmetros al oeste de Ciudad de La Habana?

Ciudad fea es una de las calificaciones más recurrentes cuando se hace referencia a la capital de la provincia más occidental de Cuba, sobre todo entre los intelectuales, escritores y pintores los más.

¿Será acaso el desarraigo y el desamor los que llevan a que constantemente estos términos asomen en narraciones actuales o motiven el pincel interior de más de un artista de la plástica?.

Quizás los términos se deban a ese desamparo espiritual que cargan las urbes sin mar en una isla acostumbrada a mirarlo de frente.

Es posible que en el inconsciente más de uno quisiera contemplar ese espectáculo único que es el sol cayendo detrás de la línea del horizonte en los ocasos marinos.

Pero tiene Pinar del Río sus exclusividades: un malecón sin agua y un globo sin aire, tal vez las curiosidades que nunca faltan en la lengua filosa del cubano de otras regiones.

¿Es esta ciertamente una ciudad fea cuando se le compara con otras? Quien sabe si esta seas una isatisfacción al comparàrsele con los paisajes del territorio màs occidental conocido como el jardìn de Cuba.

El historiador Enrique Giniebra, consultado para este particular, nos dio una respuesta muy sugestiva a nuestra interrogante inicial:

Pinar del Río comparada con sus iguales del resto de la nación fue una de las ciudades más bonitas de Cuba, en la que se distinguían elementos como sus portales corridos y la decoración de las fachadas con motivos arquitectónicos externos, en contraste con otras metrópolis en las cuales se pasa directamente de la calle a la sala de las casas.

Algunas edificaciones de La Habana del siglo XIX también poseen esas características.

En su opinión el acto de evaluar de fea a la ciudad es un gesto de pertenencia y amor ante la necesidad de conservar aquellos valores iniciales, cuya permanencia o no en el tiempo pasan por tamices culturales y de convivencia social.

Lamentablemente el corazón de muchos llora ante el descuido en detalles que no tienen que ver con el monto económico, sino con el poco gusto por el acabado.

¿De qué manera explicar si no la existencia de cables colgando en las torres de iluminación del parque Colón, uno de los pocos pulmones verdes de nuestro entorno?.

La falta de cultura en el detalle genera una cadena de desidia.

Hace unos tres meses un lector, de esos que aman el lugar donde viven, nos decía por teléfono que había discutido con una mujer que arrancaba una de las plantas ornamentales sembradas allí por los trabajadores de comunales.

Ellos deben enfrentar día a día esa manifestación de incultura que es la creación de un microvertedero en cualquier parte.

Hay lugares en el mundo en los cuales un papel lanzado a la calle cuesta 100 dólares, aquí las multas son inferiores y la conciencia para cuidar parece que también, aunque la coacción no lo resuelva todo, pero ayuda.

Existen algunas ideas que nos parecen muy valederas y que serán puestas en práctica por la dirección de cultura previo al diez de septiembre, entre ellas la edición de un boletín con la historia de la ciudad que será distribuido en centros educacionales y otras instituciones.

Nadie puede amar ni cuidar aquello que desconoce, por ello la iniciativa se anota un tanto contra la desidia, esa que a veces flota sobre esta ciudad sin mar, anquilosando su apariencia.

Recientemente vimos una presentación en power point de un proyecto para el mejoramiento de la apariencia urbana, en el cual es notable como cambia el entorno a nuestra vista con detalles tales como colocación de algunos bancos y jardineras en espacios vacíos, ubicación de toldos que disimulen las grietas del tiempo, señalizaciones y carteles que informen y orienten al transeúnte.

La falta de un pedazo de acera, huecos en una esquina, trastos en una fachada, son cánceres implacables para la buena imagen de una capital.

Fue el 10 de septiembre de 1867, el día en que se libra la Real Orden reconociendo la ciudad como tal.

El pueblo de Pinar del Río transitó por diversas pruebas en su proceso de génesis y desarrollo como pocas ciudades de América Latina.

Según plantean Rousset y algunos historiadores, el asentamiento inicial del corral de Pinar del Río se trasladó de la intersección del camino real y el que se dirigía al norte, es decir a Viñales. Más tarde aquellas primitivas casas se situaron en los alrededores del actual parque Martí, para establecerse definitivamente a mediados del siglo XVIII en lo que es hoy el Parque de la Independencia.

Fue en este lugar y no en ninguno de los dos anteriores, donde realmente se comenzó a construir la ciudad de Pinar del Río.

Pedro Agustín Morell de Santa Cruz en 1755,despuès de recorrer las parroquias al oeste de La Habana, describiò que en el lugar del segundo asentamiento aún quedaba una iglesia pequeña de tabla y paja, inservible, que sólo daba servicio a ocho personas.

Informes confiables, segùn ambos hsitoriadores, aseguraban en 1800 que contaba con cerca de 20 casuchas de embarrado y guano, sin un ordenamiento racional.

Los tenientes gobernadores José Aguilar y José Callava y Salazar asumieron con verdadera pasión el fomento del pueblo.

Paulatinamente Pinar del Río crecería hacia el este, es decir buscando las márgenes del río Guamá para arribar al año 1839 con unas 50 familias, las casas de teja, la plaza de tres esquinas, correo, cuartel, cárcel, policía, el tribunal, las escribanías, comercios y otras dependencias.

Crece aceleradamente a partir de 1860. El 28 de julio de 1863, el Teniente Gobernador envía a su Majestad la solicitud del ayuntamiento sobre la concesión del título de ciudad, pero a partir del análisis efectuado por el Ministerio de Ultramar y la Reina Isabel II fue denegada la petición.

En 1865 se repite el hecho, respondiéndose negativamente hasta que se determinaran las condiciones generales necesarias.

Finalmente el 10 de septiembre de 1867 se declara a Pinar del Río como ciudad y el 14 de octubre del mismo año se comunica la noticia, festejándose por las autoridades y la población.

A partir del aniversario 129 un grupo de personas e instituciones se plantearon la necesidad de retomar la conmemoración.

Revivir el espíritu de los fundadores es un legado que corresponde a sus habitantes de hoy, desde el más connotado intelectual, hasta el ciudadano más simple, que de manera indolente lanza un papel en cualquier esquina.

La capital de una provincia es el rostro de ella, y la nuestra a veces tiene el maquillaje corrido.

FOTOS DE LA CIUDAD DE PINAR EN.

http://dmitjans.blogia.com

2 comentarios

Zenia -

Mis saludos Omar. Si, ella es muy tranquila y tiene sus encantos.
Un abrazo.

omar -

Zenia:
Tu ciudad es bellisima. Veo las fotros que publica dmitjans en su blog y veo una ciudad muy tranquila y limpia. Eso habla bien de sus habitantes

Saludos desde el Sur del continente

Omar