DESNUDEZ
Somos a veces los humanos acopiadores de cosas. ¿No sería mejor andar con el carcaj rebosado?. Este poema del cubano Roberto Manzano nos coloca frente al espejo, con nuestra desnudez.
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Así a donde vamos a ir, si necesitamos tanto? Si todo se gasta un jolongo de algo, un tranvía de eso y de aquello, un triste diapasón de utensilios;
porque no hay manera, no basta con las manos, no basta con añadir los pies, las rodillas, los codos, los hombros, la cabeza;
no basta: siempre urge una prolongación, un abarque mayor o menor, una hendidura más larga, una extensión casi planetaria;
en cuanto se viene desnudos y desnudos nos marchamos, debíamos tener una desnudez intermedia, pero no es posible;
nos vamos entretejiendo, envolviéndonos, esposándonos, hilándonos y deshilándonos, oh Penélope;
y nos vamos alargando, demorando, sucediéndonos repletos de botones, bocinas, barrenas, oh Odiseo;
grandes son las alforjas de nuestro destino, crecen como los gajos de un milagro, pues vivimos de adminículos;
dependemos de los artesanos que se especializan, de las industrias que se especializan, de los países que se especializan;
toda nuestra libertad radica en el aceite, la sal, la tinta, el petróleo, el papel, el fósforo, el antibiótico;
toda nuestra existencia pasa como un hilo por el que trae el ajo, el distribuidor hidráulico, el mecánico de las imágenes y los dientes;
oh Edison, cómo es posible? hacia dónde vamos a ir si ya necesitamos de este modo? Hacia dónde, si somos tantos, y demandamos tanto?;
cuántas cucharitas de diversos tipos, cuántos cuchillitos para los pies, los panes, los pescados;
cuántos espejos y cremas, cuántas tenazas y esmeriles, cuántos títulos y expedientes, cuántos galones y planillas;
cuántas sogas y diademas, detectores y lentes, armas y bebidas, aviones y peinetas, espátulas y misiles;
y hemos olvidado los matices simbólicos del cielo, el sabor del rocío o de la yerba macerada bajo las caderas del amor;
a qué olían las costas de los ríos vírgenes, los langostinos de los arroyuelos, las manos de la amada dentro de las hojas del sasafrás solemne?;
fíjate bien, Tersites, que todo es agotable, insostenible, deleznable, expulsable, pero goza de un acabado perfecto;
fíjate que todo fosforece en líneas puras, pero es para un sólo golpe de boca o para el paréntesis fugitivo del mes;
qué se fizieron los ebanistas que levantaban aquellos muebles sólidos, aquellas mesas que atravesaban como barcos las aguas de los siglos?;
qué se fizieron los artefactos solos, que no formaban cadenas de cadenas, que eran inderribables unos de otros como zafados eslabones?;
oh Plutón, vivir para tantas cosas grandes y chiquitas, urgentes y bellas, frágiles y mancomunadas, terminables y extensas;
con cuántos racimos vive el hombre, dentro de qué férulas, árbol que nunca acaba de gajear hacia la totalidad del viento.Este poema pertenece a Synergos (Editorial Letras Cubanas), libro ganador del premio Nicolás Guillén de poesía 2005.
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