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LA GRAMÀTICA DE LA TERNURA

LA GRAMÀTICA DE LA TERNURA

Por Zenia Regalado

Debía esta asignatura impartirse en todas las escuelas del país, y no digo en las del mundo pues sería una propuesta extraterritorial.

No se trata de un reciente invento de un lector que haya vuelto a las andadas al releer Elogio de la locura, del humanista y filósofo Erasmo de Rótterdam; nada de eso.

Realmente es una propuesta nada descabellada y necesaria para mejorar la convivencia ciudadana, como alimento imprescindible para el espíritu, ese que también necesita del medio ambiente para su bienestar, y en el cual la existencia humana es el centro para el equilibrio.

Un entorno doméstico, laboral y público caracterizado por el afecto siempre será un buen espacio para la creación y la marcha equilibrada del trabajo.

¡Caramba!, y tanto nos cuesta muchas veces entre nosotros mismos practicar hasta los más elementales actos de urbanidad: buenos días, es uno de esos que ha desaparecido ya de algunos contextos, y es sustituido en su lugar por la palabra soez o la provocación vulgar.

Y lo peor, los niños crecen imitando lo que ven a su alrededor, pasando por los más primitivos patrones machistas.

Se hace difícil estar en un lugar público y no ser objeto o testigo de la violencia verbal de otra persona, como si la calle fuera una jungla en la cual se debe andar a dentelladas como en la más feroz carnicería.

Son los antivalores humanos que florecen en muchas esquinas, bien cuando un hombre orina a la luz pública sin respetar el paso de una mujer, o cuando un adolescente le lanza la bicicleta encima a un adulto de la tercera edad.

¿Y qué decir cuando el alcohol pasó los límites permisibles, esos que al ser violados convierten a un humano en animal irracional?

¿Es el estrés cotidiano lo que lleva a esa catarsis de mal gusto? , ¿y acaso en otros tiempos no los hubo también?

Se han confundido acciones, por ejemplo, para muchos es cheo y anticuado ser cortés, y todo lo que derribe una regla o patrón de conducta es moda y postmoderno.

Por ese camino podríamos comernos vivos al peor estilo feudal, o como el hombre de las cavernas.

Hace falta la gramática de la ternura, y si no se puede llegar a tanto en el aprendizaje, al menos, vencer la lección inicial: respetar al prójimo.

Cuba tiene en Martì una permanente fuente de búsqueda en este camino. Él predicaba que la enseñanza debe basarse en el amor.

¿En què parte se han extraviado esas lecciones teòricas en las que somos especialistas, pero igual de iletrados al aplicarlas?

La esfera afectiva comienza con cada experiencia individual desde que se es bien pequeño. Está investigado por los expertos.

Un hombre comentaba hace poco que no necesitaba decirle a su esposa que la amaba, pues ella lo sabía.

El hecho suscitó opiniones diversas. Alguien refirió que esa declaración escuchada por el oído obra el mismo efecto que el beso de despedida en las mañanas entre los casados.

En los rumbos de nuestra cultura patriarcal de generación a generación se ha heredado que los hombres no deben exteriorizar sus emociones. Al niño pequeño se le dice cuando se cae: las lágrimas son para las mujeres.

Debía presidir los murales y los sitiales aquel pensamiento como agua de manantial de Dulce María Loynaz: "He aprendido que no puedo hacer que alguien me ame, sólo convertirme en alguien a quien se puede amar. El resto depende de los otros".

Creo que ha ocurrido también que se han traspapelado en el mercantilismo aquellas verdaderas esencias inspiradoras de amor, que algunos confunden con fetiches de la ostentación, y que dejan vacía de afectos el alma, esos que bien alimentan: una sonrisa, un gesto agradable, una acción altruista.

Reiteramos términos como el de la solidaridad, y a veces sólo se entiende como el que practicamos hacia fuera de nuestras fronteras nacionales, y obviamos el que nos debemos dar entre nosotros.

Sólo soy solidario con quien lo merece, argumentan algunos sistemáticamente y con razones; pero cabría a veces reexaminarnos en este punto.

Todo bien que hagas se revertirá contra ti, igual que todo mal. Es mejor a veces andar de perdona vidas ante una incomprensión, incluso, ante alguna que otra flecha lanzada a la espalda.

Se le puede hacer un guiño a la vida y vencer nuestra propia intolerancia, así alejaremos ciertas tentaciones de venganza que pueden vagar en el inconsciente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2 comentarios

Zenia -

Gerardo, tienes razòn. Todos los seres humanos, pertenezcamos a la cultura que pertenezcamos,vivimos bajo la ègida de ese pensamiento universal, y tenemos necesidades espirituales bien comunes.
Hasta pronto

Gerardo -

Amiga Zenia la verdad es que yo no creo en las casualidades, lo que tú publicas y lo que leíste en mi blog es parte del pensamiento universal y eso es muy bueno.