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Sacrilegios de mi 2008

Sacrilegios de mi 2008

Cerca del mar, en un templo donde el amor es escoltado por cirios, allí comenzó mi 2008. Será el mismo lugar de mi cita con ángeles. También allí terminará este hijo bisiesto marcado por conjuros que levantaron algún puñal en rincones periféricos.

De luces y sombras fue tallado mi 2008. Ratifiqué mi  derecho a ser feliz a mi manera, como lo tiene todo simple mortal, minúscula partícula en infinita galaxia.

Sentí en carne propia que sólo el amor nos salva cuando la embarcación zozobra como cáscara de nuez en mar encrespado. Conocí de profundos secretos y dolores que por pudor y orgullo no puse ni pondré al desnudo. Los cubrí de poemas e imágenes sepia, a sabiendas de que cuando casi se toca el fondo, surge una pequeña luz salvadora.

De un golpe quiso la vida probar hasta dónde llegaban mis fuerzas; pero también quiso hacerme ver que jamás me negaría a mí misma, para ello llevo conmigo el cofre de mi abuela, mujer valiente pegada a la tierra, que sabía hablar con las hormigas en un tibio monólogo ancestral.

Rebasé laberintos, entuertos nunca imaginados, pero no dejé de creer en mis propias fuerzas.

Como Cristo bajo la corona de espinas, me acosaron la tristeza y la angustia. Me confesaba en secreto con mis amigos. “Llora; pero hazlo donde nadie te vea”, recomendó uno de ellos.

Alguien sabio y de una talla humana muy especial afirmaría:”Las lágrimas son lo más hermoso de un ser humano”.

La alegría también tuvo sus galopes en bien del equilibrio entre lo oscuro y lo luminoso, a pesar de la huella infinita de la enfermedad y la muerte sobre dos personas fundamentales en mi vida y que ya no están, pero están, en el árbol genealógico de mis recuerdos.

También les veo en la sencillez de mi gente, en su capacidad para tejer la risa y levantar las velas.

No quería escribir estas líneas en días festivos. Precisamente ahora que hay risa y algarabía a mi alrededor.

Quizás sea un capricho navideño, no sé por qué tengo la impresión de escuchar a Violeta Parra en ese poema canción, Gracias a la vida que me ha dado tanto…

Y siento un poco de pena ante la queja que prostituye el espíritu. Yo, que siempre miro lo que tengo y no lo que me falta; pero el fin de año es así y no acabamos de dejar de ser un tilín egoístas.

 

 

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