Almas en compra venta. Prostitución y arte
Para un grupo, lamentablemente no despreciable, escribir y hablar del amor es asunto de poetas o de seres demasiado sensibles no aptos para el darwinismo social en el que asoma su matemático rostro el vale todo, por aquello de que el hombre tiene dos hambres.
Bajo ese pragmatismo resurgido de las crisis está la crítica abierta o la sonrisa velada para aquellos que aún, como caminantes sobre vidrios, disfrutan de la sinceridad, la transparencia y aún creen en el amor.
En el siglo de las tecnologías, la inteligencia artificial y el aislamiento en laboratorios, el hombre, aunque no quiera a veces reconocerlo, no ha dejado totalmente de necesitar un refugio tibio en el que abrigarse de agotadores senderos.
Al menos en esta isla, quizás por su propia insularidad, la gente no deja de amar, aunque es cierto que hay quienes navegan con ojos en otros confines y convierten en marketing el más sencillo y elemental de los actos.
Entre estos últimos existen quienes ya tienen de antemano escogida su futura pareja, aquella que le dará estabilidad económica, seguridad ante los embates, sin importar si aflora o no un sentimiento más profundo despojado de necesidades y urgencias.
Otros, también es cierto, sacrifican los sentimientos para tener una mesa mejor servida.
Habría que ser ciego para no verlo, pero no faltan los que se mantienen en el “contigo pan y cebolla”, al buen decir de la antológica obra de teatro.
Los escépticos se refugian en el “Con tantos palos que te ha dado la vida”…y reservan su asiento en primera fila para ver cómo se cumplen sus pronósticos, mientras, sus días se visten de ocre y no sienten en uno de ellos, ni siquiera en uno, el soplo fresco de una certeza, de una suave alegría interior.
En cierto número de países a los asuntos del corazón, se sabe que son del cerebro, se le dedican horas de investigación relacionadas con la capacidad para amar, inexistente en algunos humanos, y no precisamente para crear después guiones románticos de telenovelas, sino para saber cómo se relaciona una sociedad, cómo conviven en ella unos y otros.
No es baldío entonces ese concurso de cartas de amor que se difunde por estos días en varios blogs cubanos.
Un joven palestino comentaba ante una cámara de televisión que a ellos les estaba negado hasta el amor, pues no podían ni siquiera disfrutarlo.
El amor no es una planta en extinción, quizás esté sólo a la espera de mejores condiciones climáticas.
Comparto esta otra mirada, más entendida en los caminos del arte y que hemos recibido desde el sitio ¿Cómo leer en bicicleta?
Y no será el amor *
Stephan Kur
(2004)
Una razón, al menos por la que los artistas, siempre son atraídos una y otra vez con una y otra conexión, al arte y la prostitución, puede ser el conflicto similar que tienen con el mercado.
Si uno habla de la prostitución como un amor más comercial, en esta artística forma de decirlo existe un claro malentendido: Lo que está disponible no es el amor, sino solamente una de sus manifestaciones, el sexo. Si uno reemplaza el arrecife del amor, por un término relativo como por ejemplo la amistad, la discrepancia se vuelve clara. La amistad no está a la venta. Los amigos comprados no son amigos, ellos sólo hacen en cierta forma como si lo fueran. Así también con el amor a la venta, uno compra las características físicas, no el contenido .
Si uno compra arte, uno compra la apariencia física, no los contenidos. Los contenidos no se revelan de ellos, así como la semejanza del amor con la amistad o el amor que se dirige a sí mismo y que tanto como recibe está listo para dar. Ellos pueden recibir el mensaje del amor (o del arte). De otra forma, el amor es experimentado pero no respondido. Los propietarios de obras de arte poseen exclusivamente la cubierta exterior. Es semejante al amor disponible, con un uso lingüístico indiferente. La posesión de pinturas, esculturas, y de otros trabajos de arte es posible, pero no así el arte.
Sin embargo describe el término “arte”, hoy más que nunca es una experiencia, que se expresa apropiadamente en la pregunta popular: ¿y aquí dónde está el arte? Y a fin de hablar con las palabras de Duchamp, al menos desde el siglo 20 ya no son idénticos los rasgos físicos de la obra de arte a su experiencia. Uno podría decir, que el arte se emancipó de su propia obra de arte.
Un arte de la emancipación, que también participa en otras historias de emancipación que el siglo 20 refleja, -regresar a las relaciones interpersonales- quizá en la concepción del “amor libre”. También la relación y el dialogo entre la obra de arte y el espectador se acerca en esa perspectiva de Duchamp que hace que el espectador termina (completa) la obra de arte. Entonces, es apropiado que el espectador decida qué es exactamente el arte (o qué es realmente el amor).
–amor libre – arte libre
“Libre albeldrío” y “afectos personales” como elementos naturales del arte que probablemente Rudolp Steiner postulo en su “Sozialen Dreigliederung” (Acuerdos sociales de tres) el arte, una economía de nombrar y dar.
El dar como una acción económica aparece en los sellos de nuestras compañías como una paradoja, pero también en nuestras muy comercializadas empresas existen dos de tres actividades que no tienen que ver con dinero, sino con desarrollar voluntades libres y aprecio personal (cuidado de las relaciones interpersonales, crianza de los hijos, leer o escuchar el radio, plantar geranios en el balcón y el embellecimiento domestico). Estas actividades obviamente tienen un efecto económico. (No compramos platos nuevos después de cada comida). Steiner observa en el comercio de cosechas como una estimación de las cosas, un beneficio en la estimación por la fuerza de trabajo, por el tiempo (de vida), y como un tercer elemento de las acciones económicas, en el dar una apreciación de la libertad. En el arreglo social de tres, la producción cultural entiende y por lo tanto la creación artística, una economía de dar, en contraste de emplear, que su fuerza laboral y emprendedores comercian su producción, por ejemplo por dinero.
Si el dinero es barato, entonces no es caro hablar de prestigio al invertir en arte porque el arte tiene una alta y clara probabilidad de incremento en su valor, comentó Chris Dercon (2004) en un panel de discusión relacionado con el tema del arte y el mercado en Berlín. Entonces es favorable almacenar arte en grandes stands que correspondan al precio. Pequeñas pero caras, en vez de grandes y baratas.
Estimaciones económicas crean evaluaciones. Sin embargo, en cada caso, la independencia del arte debe comprobarse, y además los límites pertenecen similarmente a la ocupación del juez o del sacerdote en relación con la demarcación de la disponibilidad, escribe Michael Hutter. El arte pertenece a las mercancías, lo otro y esto, lo que se produce y lo que se adquiere, utilidad. Se beneficia el observador, quien no necesita ser el propietario de la obra. Aún las reproducciones permiten el disfrute, conocimiento y comprensión del arte. El arte, semejante a la ciencia, tiene una inversión previa incondicional. Todos, quienes tienen el talento, pueden beneficiarse del capital cultural, social o económico. El amor es incondicional, se comporta sin economía y se experimenta fuera de toda economía. Sin embargo, siempre puede producir economía.
** Traducción al español: Iris Mexico
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