Leyenda, mitos, ciencia. Muérdago
A través del tiempo el hombre y la naturaleza han estado unidos por leyendas, creencias y mitos de todas las culturas. Ni el siglo de las nuevas tecnologías escapa de esta unión, relacionada con el imaginario popular, pero también con ciertas realidades científicas: las propiedades curativas de las plantas.
En remonto tiempo, como el de los druidas, el historiador romano Plinio en su Historia natural, hablaba ya de estos sacerdotes y magos celtas que recolectaban el muérdago, flor nacida en los troncos de los robles.
Lo utilizaban para protegerse de los rayos, la maldad, las enfermedades y para ayudar a las mujeres a la concepción, curar heridas y hacerse invisibles, según sus creencias.
El muérdago era su planta mágica por excelencia y los druidas lo recogían sin que tocasen el suelo, bien en el solsticio de verano o en el de invierno.
LEYENDAS
Una leyenda francesa relata que en su origen esta planta era un árbol pero al ser utilizada para construir la cruz donde Jesucristo sufrió su martirio y muerte, Dios la condenó a no obtener jamás un lugar en la tierra y a tener que depositar sus raíces sobre otros árboles.
La leyenda del beso debajo del muérdago nos llega en voz del dios de la paz, Balder, que fue herido y muerto por una flecha de muérdago, lo cual entristeció al resto de los dioses, que conmovidos por los llantos de la amada de Balder, le restituyeron la vida para que continuase eternamente con su amor. En tributo a esta pasión sin fin, Balder ordenó que cada vez que una pareja enamorada pasase por debajo de una rama de muérdago, se besasen para perpetuar su amor.
De esta planta se extrae la viscotoxina del Viscum alba, o muérdago europeo y del Phoradendron serotinum, la phoratoxina, proteínas que producen un descenso de la fuerza contractil del corazón, originando una bradicardia.
También la lecitina específica de galactosa, la cual mejora la calidad de vida de los pacientes sometidos a quimioterapia y radioterapia, pues aumenta la respuesta del sistema inmunológico y los niveles de endorfina del plasma B. ;
Los druidas no estaban errados al considerar al muérdago como su planta mágica.
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