Secuestrada la institucionalidad en Honduras
Con los peores métodos resucitados de los manuales que dieron vida a la Operación Cóndor de los años 70, los golpistas en Honduras borran de un plumazo la institucionalidad para establecer el miedo en una nación que se aprestaba a realizar una consulta popular.
¿Acaso hay algo más democrático que una consulta popular? ¿No son las mayorías las que tienen que decidir los destinos de una nación?.
Una iniciativa de esta índole jamás había tenido lugar en Honduras. La constitución de ese país, redactada en 1982 –cuando la guerra sucia del gobierno de Reagan en Centroamérica- fue instrumentada para que quienes tenían en sus manos el poder tanto económico como político lo mantuvieran con un mínimo de interferencia popular.
Así quiso continuar haciéndolo la élite oligárquica que aliada con los militares decidieron emplear prácticas fascistoides con tal de impedir que las masas se pronunciaran.
Nada se mantiene oculto durante mucho tiempo. Saldrá a relucir en el transcurso de los días quiénes fueron las mentes calenturientas que proyectaron esta sombra sobre Centroamérica despertando tristes historias, para nada enterradas, en otros países del continente cuando imperaban la bota, la tortura y la muerte.
Tanto el Congreso como la Corte Suprema en Honduras están controlados por contrarios a Zelaya y por miembros del ultraconservador Partido Nacional de Honduras (PNH).
Hace pocos días Zelaya destituyó al jefe del alto mando militar, el general Romeo Vásquez, debido a que éste se negó a permitir que los militares distribuyesen el material electoral para la consulta popular.
Varios medios de comunicación en el continente apuntan a la organización derechista Unoamérica, vinculada en otros tiempos a la Operación Cóndor.
Por mucho que se esfuercen los ideólogos del neoliberalismo al insistir en borrar la historia y partir de cero, ella una y otra vez resurge del propio candelero en el que la quieren incinerar.
Un elemento significativo, quienes reviven las peores prácticas del pasado son sus mayores negadores, una paradoja en esta América Latina intensamente dispuesta a traspasar las puertas de sus novelas, a sobrepasarlas después de dar voz y convertir en actores a sus más olvidados personajes, los pobres, la mayoría de sus ciudadanos.
Ellos ya lo han dejado por sentado en las calles de Honduras después del gorilazo.
Durante la jornada dominical organizaciones políticas y sociales crearon el Frente de Resistencia Popular, el cual convocó a la ciudadanía a un paro cívico a partir de hoy lunes, con apoyo de centrales sindicales, organizaciones campesinas y estudiantiles.
Las redes sociales manifiestan su solidaridad con el pueblo hondureño y reiteran a los militares un mensaje: ¡Detengan el golpe ya¡.
Numerosos organismos internacionales han condenado el golpe, cuyo modo de actuación ha puesto en claro que Washington está implicado, tal y como muestra un extenso artículo de la investigadora Eva Golinger.
La mayoría del ejército hondureño ha sido entrenada por fuerzas estadounidenses.
No quieren la oligarquía y la cúpula militar que Honduras siga acercando sus rumbos a países socialistas de la región, y como tantas veces en la historia al sur del Río Bravo, no reparan en emplear las armas para ello ni en sitiar a la nación como ya lo han hecho.
Pero el pueblo hondureño ha decidido decir No al golpe y recibe el apoyo mundial no sólo de organismos internacionales y gobiernos, también de redes de intelectuales y poetas.
La historia de las luchas sociales y las tristes experiencias de América Latina no pueden ser borradas. Honduras es un espejo en pleno siglo XXI.
Imagen: Tomada de www.radiomundial.com.ve/
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