Diana en la diana. ¿Telenovela?
Diana en la diana
Por Zenia Regalado
Los televidentes en Cuba se han dividido en estos días en dos bandos, los que elogian la serie cubana Diana y quienes la maldicen.
Todo indica que Rudy Mora seguirá provocando polémicas como ya lo hicieron sus novelas La otra cara y Doble juego.
La primera protesta que escuchamos fue uno de estos días en casa de una peluquera, quejosa porque el movimiento de la cámara le provoca mareos.
Ella nunca ha escuchado hablar de Quentin Tarantino, el actor, guionista y director norteamericano amante de las tomas de cámara nada convencionales.
Y ella no es la única que opina así. El análisis artístico, la creatividad y la manera de romper estereotipos en un horario nocturno también visitado por puestas foráneas, lo dejaremos para los expertos en arte, quienes a juzgar por las opiniones populares deberán emplear en ello más de tres párrafos.
Desde que comenzó, y con el cubanísimo gancho del sexo, ¿cuál otro si no?, una parte del público sintió que lo que vería estaba cerca de su realidad cotidiana, de su escenario, como pez en el agua.
Entonces algunos afirmaron que para ver su vida dos veces no perderían el tiempo sentándose frente a la pequeña pantalla, pues necesitan encontrar en ella otros aires menos estresantes.
No ha faltado quien identifique a la televisión como un espacio para el mero entretenimiento, el escape y hasta recuerda que la búsqueda del placer, del disfrute es una de las motivaciones de los humanos.
Quienes piensan así se suman a la corriente del divertimento por el divertimento olvidando que entretenimiento y arte no son sinónimos, pues el segundo tiene funciones de mayor calado que no frivolizan las creaciones ni las reducen sólo en bien del hedonismo.
¿No será que hemos visto demasiadas telenovelas de príncipes azules, bellos, perfectos, inteligentes enamorados de doncellas pobres que tienen que derramar muchas lágrimas para dormir felices en brazos de su salvador?.
¿No será que los grandes clásicos de la literatura descollantes por sus complejizaciones psicológicas y por la profundización en el mundo interior de sus personajes no han sido bien aprehendidos por nosotros ya acostumbrados a lo fácil y clonado novela tras novela?.
Son solo sugerencias de lecturas tras la división de opiniones a favor y en contra.
Rompe Rudy Mora, y ya lo ha dicho en varias entrevistas, con el galán telenovelero, quien esta vez es un antihéroe, con dificultades para hablar, alguien a quien más de uno llama perdedor, porque muchas cosas en la vida se le tuercen, aunque él sea un ser bueno, capaz de sensibilizarse con el viejo botero y de soportar estoicamente el difícil carácter de su padre.
Además del protagonista colectivo que habita en la trama –la vivienda- culpable de tantas discusiones y desavenencias entre familiares y parejas, encontramos otros mensajes en Diana, como el de la necesidad de tolerar las diferencias y de tratar de entender al otro, a quien miramos generalmente desde nuestra pupila sin hacer un cambio de lugar o el simple intento de un acercamiento.
Fernando se mueve en un mundo de motivaciones materiales marcado por la carencia de vivienda sin embargo, Rudy Mora no cerró todas las ventanas, hay gente solidaria y desinteresada que siguen llamando cubano al prójimo.
Fernando y el botero se convierten en grandes amigos en medio de tantas incomprensiones en sus propias familias. Hay un canto a la amistad como escape para dos personas que enfrentan sinsabores bajo su propio techo, el cual no alcanza a cubrir la necesidad de la “célula fundamental de la sociedad”.
No nos demoraremos en conocer el final de esta nueva apuesta por la experimentación, la innovación y la ruptura de patrones, que al menos en ese punto de vista ha dado bien en la diana para hacernos engavetar, por un tiempo, las mismas recetas que estamos acostumbrados a ver a partir de la cámara fija, ausente en Diana.
Quizás hasta el final continúen las críticas sobre el director y le culpen de llevar técnicas del video clip a un espacio no acostumbrado a ello, mientras, los televidentes verán su rostro o el de algún conocido en las historias que rodean al protagonista y que seguramente dejarán sus moralejas educativas o de final abierto en una realidad que no se remonta a otros siglos, pues está a la vuelta de la esquina.
(publicado en el periódico impreso Guerrillero, de Pinar del Río, el viernes siete de agosto)
Imagen: Periódico Trabajadores
0 comentarios