Un animal de costumbres
Se afirma que el hombre es un animal de costumbres. A esa verdad debe enfrentarse todo proyecto que pretenda cambiar un comportamiento que atente contra la convivencia ciudadana.
En estos días publiqué un trabajo acerca de la indolencia de los vecinos de algunos barrios periféricos de la ciudad al crear micro vertederos de basura en lugares no apropiados para esos usos, como las puertas de un mercado de productos agrícolas, las cercanías de una escuela y otros sitios públicos.
Ciertamente que es un hecho más común en aquellos barrios con menos nivel cultural. Están vinculadas la falta de cultura con la conducta . Los procesos de la conciencia social son lentos y sus resultados demoran ciertamente en asomar los frutos.
Con todos esos obstáculos deben lidiara aquí los trabajadores de la empresa de comunales, encargada de mantener la limpieza de las comunidades.
La carencia de recursos ha obligado que la recogida de los desechos sólidos –un problema para cualquier ciudad tercermundista - se efectúe en los barrios de las afueras mediante carros rústicos tirados por bueyes y caballos.
Para el casco urbano se han destinado varios camiones, pero igual falta disciplina en los horarios para sacar la basura a la calle.
Una mejora que me parece muy oportuna es el aumento del salario de los dueños de carros de caballo – trabajadores por cuenta propia- que podrán llegar a ganar en el mes, si trabajan todos los días más de 600 pesos cubanos. Un sueldo que ya quisieran muchos.
Creo que deben recibir ese pago, pues el de barrendero o limpiadores de calle y recogedores de basura siempre ha sido un oficio tratado despectivamente, hasta en las películas. Por aquí se les llama leones, será por la selva de inmundicias en la que tienen que trabajar.
Si de algo se habla aquí en todas las familias es de lo que estudiarán los hijos. Enseguida surgen las propuestas: médico, abogado, pintor, ingeniero informático... pero jamás aparece la palabra barrendero.
Sin ese empleo ¿qué sería de nosotros?. Moriríamos ahogados por la basura.
Se afirma que el hombre es un animal de costumbres. A esa verdad debe enfrentarse todo proyecto que pretenda cambiar un comportamiento que atente contra la convivencia ciudadana.
En estos días publiqué un trabajo acerca de la indolencia de los vecinos de algunos barrios periféricos de la ciudad al crear micro vertederos de basura en lugares no apropiados para esos usos, como las puertas de un mercado de productos agrícolas, las cercanías de una escuela y otros sitios públicos.
Ciertamente que es un hecho más común en aquellos barrios con menos nivel cultural. Están vinculadas la falta de cultura con la conducta . Los procesos de la conciencia social son lentos y sus resultados demoran ciertamente en asomar los frutos.
Con todos esos obstáculos deben lidiara aquí los trabajadores de la empresa de comunales, encargada de mantener la limpieza de las comunidades.
La carencia de recursos ha obligado que la recogida de los desechos sólidos –un problema para cualquier ciudad tercermundista - se efectúe en los barrios de las afueras mediante carros rústicos tirados por bueyes y caballos.
Para el casco urbano se han destinado varios camiones, pero igual falta disciplina en los horarios para sacar la basura a la calle.
Muchas veces recorro varias cuadras con un papel en las manos para no verme obligada a lanzarlo a la calle.
Cuando veo a un indolente ensuciar el lugar en el cual vive quisiera examinarle su masa neuronal para ver de qué materia está compuesta.Una mejora que me parece muy oportuna es el aumento del salario de los dueños de carros de caballo – trabajadores por cuenta propia- que podrán llegar a ganar en el mes, si trabajan todos los días más de 600 pesos cubanos. Un sueldo que ya quisieran muchos.
Creo que deben recibir ese pago, pues el de barrendero o limpiadores de calle y recogedores de basura siempre ha sido un oficio tratado despectivamente, hasta en las películas. Por aquí se les llama leones, será por la selva de inmundicias en la que tienen que trabajar.
Si de algo se habla aquí en todas las familias es de lo que estudiarán los hijos. Enseguida surgen las propuestas: médico, abogado, pintor, ingeniero informático... pero jamás aparece la palabra barrendero.
Sin ese empleo ¿qué sería de nosotros?. Moriríamos ahogados por la basura.
Deberíamos portarnos mejor con ellos en vez de mirarlos por encima del hombro.
2 comentarios
zenia -
Hoy es una gran utopìa la no existencia de alguno de ellos. Pero se puede hacer mucho contra los problemas fundamentales de la humanidad.
Hannah -
Un besito
Hannah