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La confluencia que se frustró: Psicoanálisis y Bolchevismo
Lo que se convierte en dogma impide la circulación de las ideas, la crítica, y el análisis objetivo de las realidades. Ello inmoviliza y deja terreno para otras pseudoverdades. Desde que era estudiante de humanidades en la Universidad de La Habana  hace algún tiempito ya, notaba como otros, cuanto afectaba el manualismo y el esquematismo en el estudio de los temas filosóficos afectaba el Interés por esa materia.
Ahora se desempolva y se le ve y se enseña de otra manera. Coloco aquí un trabajo que tiene esa nueva mirada:
Por Jorge Luis Acanda
Profesor Titular de Filosofía de la Universidad de La Habana
(Publicado en la revista Temas. Nro. 14, abril-junio de 1998. pp. 107-120)

Este trabajo obtuvo el Premio de Ensayo convocado por la revista Temas en 1998
en la modalidad de Ciencias Sociales
Entregado a filosofi@.cu por el autor)
 
 El psicoanálisis no debe ser comprendido como
 una sicología en el sentido de una teoría funciona-
 lista del comportamiento. Su teoría, precisamente
 allí donde parece ocuparse de funciones psíquicas,
 es siempre “teoría de la interacción”.
 Alfred Lorenzer
 
Toda reificación es un olvido.
 M. Horkheimer y T.W. Adorno
Este final de siglo es una época de crisis. La conciencia de la crisis, la percepción de su existencia, tiñe todos los discursos y formas de expresión del hombre actual. En sus muy distintas manifestaciones es, por sobre todas las cosas, una crisis del sujeto, una crisis de la subjetividad humana. Los modelos producidos y distribuidos socialmente para que los hombres se piensen a sí mismos, piensen la realidad circundante y se representen sus metas de realización, no logran ya cimentar la búsqueda de la identidad en los seres humanos contemporáneos, navegantes sin brújula en un piélago de dudas y desafíos sin precedentes.
Una época de crisis, porque es la crisis de una época. El historiador inglés Eric Hobsbawn señalaba lo peculiar de un siglo XX que, en tanto período histórico, ha sido el más corto en mucho tiempo: empezó en 1917, con la aurora roja de la revolución soviética, y concluyó en l989 con el derrumbe del muro de Berlín y del experimento del fementido “socialismo real”. El alfa y el omega de este siglo XX no remiten, simplemente - como superficialmente han creído algunos - al inicio y al fin de un panorama político internacional caracterizado por el enfrentamiento antagónico entre dos sistemas sociales diferentes. Marcan esencialmente el inicio y el final de un intento de reconstrucción de la subjetividad humana que se presentó a sí mismo como “comunismo”. Porque la actual crisis finisecular del sujeto sólo puede entenderse plenamente si nos remitimos y la relacionamos con la crisis similar que se vivió en el período comprendido entre 1870 y 1914. Fueron aquellos años también de crisis del sujeto. En este caso, de crisis del sujeto liberal [1] Es decir, del modelo que desde 1789 - o tal vez desde antes, desde el siglo XVII de la revolución inglesa y el cartesianismo - presentaba la burguesía liberal como ideal del nuevo sujeto construido por ella: auto-centrado, racional, plenamente consciente de sí y de sus capacidades, habilitado para - aplicando el criterio de maximización de ganancias - crear un nuevo mundo de objetos que permitirían obtener la felicidad a la raza humana.
Las terribles realidades sociales provocadas por el proceso de industrialización (pauperización, explotación, enajenación), la ausencia de democracia en los sistemas políticos liberales decimonónicos, y el inevitable tránsito del capitalismo de libre concurrencia - con sus promesas de amplias posibilidades para todos - a un capitalismo monopólico, concentrador de la riqueza y de la carencia de propiedad, revelaron la irrealidad de la imagen del “sujeto liberal” y provocaron el rechazo a las formas alienadas de subjetividad a él vinculadas. Las formas de la conciencia cotidiana y del arte de fines del siglo XIX expresaban esta comprensión - a veces, sólo intuición - de la crisis del sujeto liberal.
En el pensamiento teórico-social, en la intelección filosófica, la denuncia al sujeto liberal se venía expresando desde mediados del siglo XIX. Marx fue el iniciador de la crítica al carácter enajenante de la subjetividad producida por el capitalismo. Casi cincuenta años después, Sigmund Freud descubriría el inconsciente y demostraría la esencia represiva de la civilización burguesa.
Si el año 1917 marcó el comienzo de una nueva época, fue porque la revolución bolchevique parecía anunciar el inicio de nuevas búsquedas para superar la bancarrota espiritual a la que había conducido la alienada subjetividad generada por el capitalismo liberal. El siglo XX - que se abría ahora, l7 años después de su inicio cronológico - prometía ser la era en la que nuevas constelaciones de relaciones sociales permitirían salvar la crisis del fin-de-siecle. La historia de este “siglo” (1917-1989) es la de los afanes por encontrar una salida a la crisis del sujeto liberal y a la de su sustrato material: el capitalismo liberal. Crisis que marcó su punto de no retorno con la dramática eclosión de 1914. Estos años han registrado los distintos intentos realizados - desde la izquierda pero también desde la derecha - por hallar una solución a las aporías del liberalismo: el ensayo del “socialismo real”, el fascismo, la construcción del capitalismo de estado (y su manifestación para el consumo de masas: el “estado de bienestar”) demuestran que el impulso hacia el “cambio de la subjetividad” constituía una urgencia sentida en los mas diversos estratos sociales. Los procesos que se desencadenaron a partir del Octubre Rojo continuaron la “rebelión del sujeto” que había comenzado en el siglo XIX. La historia de este siglo XX es la del fracaso de su cometido como época: encontrar los caminos para permitir a la subjetividad humana desembarazarse de las estructuras que lo aherrojaban. La crisis de este fin de siglo tiene las mismas raíces de la del anterior.
Pero no estamos en el mismo punto que hace cien años. Tenemos algo con lo que entonces no contábamos: la experiencia. Si logramos asumirla críticamente, podremos interrogarla, para encontrar las claves que nos permitan volver a empezar sin repetir los errores. Si Marx y Freud fueron los pensadores que lograron fundar las dos únicas teorías verdaderamente críticas sobre el sujeto, sobre la sociedad y la cultura, un buen punto de partida sería el de analizar como se expresó, en el impulso crítico que ambos echaron a andar, la contraposición al modelo del “sujeto liberal”, y preguntarnos también cómo se relacionaron estos dos “impulsos críticos” entre sí en la realización de esta tarea. Propongo entonces pasar a reflexionar sobre el tema de la relación entre psicoanálisis y bolchevismo.
Más en: http://www.filosofia.cu/contemp/acanda002.htm

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