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¿SEXUALIDAD POSTMODERNA?

¿SEXUALIDAD POSTMODERNA? A juzgar por el muy etiquetado y vendido concepto de postmodernidad que llega de todas partes a nuestros oídos, ser postmoderno es hacer lo que se nos ocurra, sin ningún tipo de horizonte conductual.

Se mezclan en las conversaciones más informales términos como diversidad, tolerancia y el ya citado, sin detenernos a valorar sus aplicaciones y consecuencias.

Para muchos expertos la modernidad es un período de tránsito hacia nuevas formas y nuevos contenidos de sociedad, un grupo significativo de ellos refrendan aquel criterio de Engels que afirmaba que el gran discurso de la razón histórica contemporánea define el concepto de modernidad.

En la práctica se comprueba que la gestación de esas nuevas formas transita por senderos mundiales bien dolorosos: en lo que unos disfrutan todas las ventajas de las tecnologías, otros mueren por diarreas.

Lo que sí está bien claro es la decisiva influencia que tienen los medios de comunicación en estos temas: desde ellos se trazan las modas mundiales, se clonan gustos, conductas y hasta se decide cuál es el arte certificado y cuál no.

Las muchachas quieren parecerse a Shakira y muchos varones sueñan con tener el rostro de Leonardo Di Caprio.

Lo que se reitera en los video clips son esos paradigmas y el estereotipo de éxito: tipos duros llenos de cadenas y tatuajes que se desenvuelven dentro de un harén sin orden ni concierto:¡Viva la postmodernidad!, parecen decir.

Y es que todos tenemos que copiar e incorporar a nuestras vidas esos estilos, ¿por qué?, ¿y dónde está el espacio para quien tiene otra proyección de vida menos estridente y afocante?

En todo ello pensábamos al reflexionar acerca del tema de la separación por sexos en los bloques de la residencia estudiantil de la Universidad Hermanos Saíz, tal y como ha ocurrido en otras del país.

¿Cómo se manejó el asunto en la institución? Evidentemente allí partieron de una premisa: lo que se desconoce, se rechaza, y por ello la Facultad de Humanidades se encargó de facilitar un espacio para la reflexión con el estudiantado, y aportó un panel de expertos para abordar conceptos como los mencionados al principio de este comentario, sobre la base de la sexualidad responsable.

Se sabe que la sexualidad es una forma de expresión de los seres humanos asociada a los procesos biológicos, psicológicos, sociales, y culturales del sexo.

Esa expresión se realiza en diversos entornos, en la familia, el grupo humano que nos rodea y en la sociedad en general.
Los especialistas abordaron todos esos aspectos, así como la necesidad de respetar el espacio de privacidad del otro, pues el pudor no puede ser una de esas fronteras individuales que también sean derribadas en aras de una postmodernidad, que nos convierta otra vez en seres primitivos a la mejor usanza del período de las cavernas.

La importación de modos y modas que nada tienen que ver con nuestra forma de ser, con nuestra cultura y nuestros antecedentes no es la mejor manera para llegar al postmodernismo o proclamarnos seguidores de él.

El pudor está en una crisis mundial, los medios de comunicación manipulan los instintos primarios y hasta la vida privada con sus más íntimos actos se convierten en un show publicitario o informativo.

Por suerte, no estamos acostumbrados a eso, y nuestros medios de prensa no desandan los caminos del amarillismo y la crónica roja, y al cubano que gusta de ejercer el pensamiento, no le agrada ese estilo.

El fin de año, durante una visita a unas amistades en Ciudad de La Habana, corroboré esa reacción; una de las integrantes de la familia, una muchacha universitaria y su novio, protestaron porque un programa de nuestra televisión abordaba ciertos aspectos de la vida de sus realizadores, y no era nada íntimo, por cierto.

Menos mal que en esto marcamos una diferencia que es reconocida por quienes desde Europa, u otras latitudes visitan la isla, varios artículos al respecto se han publicado en sitios alternativos como www.rebelion.org, por solo citar uno.

Algunos quieren derribar tantas normas -relacionadas con la ética y la estética de cada contexto- que borran las fronteras entre lo público y lo particular. Entonces socializan aquello que después de la comunidad primitiva fue particularizado, separado y bien distinguido.

Vale recordar que lo que es hecho para ser visto por todo el mundo, es público, y lo que ocurre puertas adentro, es privado.

La reprimenda de un padre a su hijo, por ejemplo, no debe ser vista por ajenos.

Hay actos íntimos, como el tomar un baño o la higiene personal que no deben ser contemplados por nadie; excepto por la pareja, si así lo entienden ambos.

El neopaganismo moderno ha invadido a la televisión en el mundo, lo cual ha contribuido a derribar el respeto mutuo y a echar a un lado la consideración que debe tenérsele a todo ser humano.

Cuando espiritualmente eso es lo que se difunde, los mensajes incitan a vivir promiscuamente en comunidad y el pudor y la privacidad son criticados por no ser modernos.

Actos grotescos y de sadismo se multiplican bajo el eslogan de lo postmoderno. En países de América Latina se han presentado programas televisivos de participación en los cuales las personas deben comer hasta lagartos vivos.

¿Por este camino a dónde se irá a parar? La conciencia se acostumbrará a la contemplación tranquila de las peores cosas sin que nada asombre: todo será permitido en aras de ¿la libertad individual?

¿Con ello se busca una civilización mejor? La pregunta no se restringe a mojigatería ni falsos moralismos, sino que llama a la cordura y al razonamiento equilibrado de los tiempos que corren, pues no somos ajenos al fenómeno de la globalización que se manifiesta también isla adentro, aunque a veces ni nos demos cuenta.

 

2 comentarios

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