DECÀLOGO POR EL DÌA MUNDIAL DE LA TIERRA
Este 22 de abril fue el Día Mundial de la Tierra y el 23, el Día Mundial del Idioma. Más allá de todo el hábito que ya tenemos los humanos de darle un día a cada ser viviente sobre la tierra, pues todos lo merecemos, se nos ocurre que no fue quizás una casualidad quien dio luz a tamaña sucesión.
De la tierra, y más que nunca en los últimos tiempos, escuchamos situaciones tremendas que tienen que ver con ella y con quienes la habitamos: el precio del arroz anda ya por los 864 dólares, se suceden inundaciones, sube el precio del dólar, los bosques que se talan serán pedidos a gritos mañana.
Nos hacen sentir pequeños, impotentes y estresados esas noticias. No son buenas para comenzar la mañana, y aunque las escuchemos, debemos darnos el sano gusto de sorprender un verde árbol cargado de gorriones en una bulliciosa esquina de la capital cubana. Ello después de una tensa reunión en la que un grupo de periodistas sueñan con cambiar el mundo, o al menos, mejorarlo.
Allí estaba la mujer que vive y batalla sola con su pequeño hijo, a más de 30 kilómetros de Santiago de Cuba y nos saluda con el afecto de la gente llana y sincera, ese que nos llevó desde el primer día a tener afinidad.
Está la camagüeyana sanguínea, pero muy responsable en su trabajo; y el guatanamero que está construyendo su casa y ha llegado todo adolorido por el largo viaje; otro, el papá tunero orgulloso de sus niñas y que las asoma en su blog http://juansobe.blogspot.com de quien porto un mensaje escrito para una antigua condiscípula suya de tiempos universitarios. La gente no olvida.
Y es una miniatura de lo que es Cuba este grupo de comunicadores. No falta aquel que en broma pregunta:¿ y la poesía?: crecen sus violetas, a pesar de la sequía; ella es herida y también bálsamo, le respondo ahora. No sé por qué rayos pienso en ese emblemático poema: NO TE RINDAS
Eso es la tierra: lucha, vida, desafío, no solo un día, sino todos, con su idioma universal de búsqueda de la felicidad. Deben existir refugios sí, para guarecerse del viaje en el que abundan los guijarros y tempestades: el abrazo de un ser querido; el hombro para tu descanso.
No falta quienes vuelven la vista a su camino, “a su mula y su carreta” a la entraña misma de la tierra, como ese pintor pinareño – Daussel Valdés- que informalmente nos dijo hace unos meses que no se mudaría de Pinar del Río para no quedarse sin el verde de su mundo, ese que lleva dentro y que siempre saca a la luz, para admiración de “muchas flores de asfalto”.
A veces sí, a veces, la televisión nos alivia en sus noticias de mañana – no siempre-, cuando en un programa infantil –batallo porque no muera la niña que llevo dentro- asoma el libro Corazón, pedazo lejano de adolescencia: resguardo contra vanidades. Es que ninguno de nosotros podemos renunciar a la raíz que nos une a la tierra. Ni siquiera los grandes, como el poeta Heredia, dejaron de ser provincianos: palabra cargante desprovista de emociones, repetida por herejes de las grandes pequeñas cosas, como el saludo efusivo, sin dobleces, y la despedida corta: nos vemos pronto, como el que sabe que se desandan los mismos rumbos.
DECÁLOGO POR LA TIERRA
-Planta, no tales
-Construye, no destruyas
-Ama, no odies
-Reparte, no acapares
-Perdona, aunque sin olvido
-Levántate
-Escribe un verso
-Alza la vista del suelo
-Anima al caído
-No temas a lo cursi, el amor lo es
Un refugio para el caminante cansado, un espacio para voces interiores cumple dos años:Felicitaciones:
http://peglez.blogspot.com/2008/04/en-el-da-del-idioma-cuba-ala-dcima.html
NOTA. En la imagen, una pintura de Daussel Valdès
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