LO BUENO DE LAS SITUACIONES DE ESTRÉS
Cualquiera podría pensar que el estrés y las situaciones tensas, sobre todo por problemas de salud de algún miembro de la familia, no tienen nada de positivo; pero por esa manía que tengo de verle a todo alguna moraleja, también opino que en dichos momentos nos suelen ocurrir ciertos eventos con los cuales no contábamos, pero que te sorprenden a la vuelta del camino, para darte ánimo, recordarte que siempre hay quien quiere ayudar.
Las más de las veces quienes tienen ese comportamiento son personas muy humildes acostumbradas a compartir lo que tienen sin esperar nada a cambio. Con seres así te puedes encontrar mientras esperas el resultado de la operación de un ser querido; algunos te conocen, otros no, aunque asumen tu problema casi como el suyo propio.
Entonces nos sentimos satisfechos al ver que un sencillo camillero de hospital te cede su silla para que la espera dure menos, o cuando alguien que sabe que no puedes moverte del lugar donde estás se brinda para traerte un refrigerio.
Y están las asistentas, esas mujeres que salud pública ha empleado en las salas de geriatría para que ayuden a personas con familia pequeña.
Es como si naciera luz en los rincones más oscuros; belleza en lo feo; amabilidad en el dolor.
Pobres de los tan ricos que se pierden la posibilidad de recibir la ayuda de otros.
En medio de ese mundo de contrastes de claroscuros aparecen seres singulares cada uno de los cuales daría una crónica por diferenciarse de esos otros vanidosos y emperifollados que afirman: mi mundo es otro.
Prefiero a los simples, a los perdedores, son más tibios desde su sinceridad, y las palabras les nacen solo del sentimiento.
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