Cienfuegos: ciudad lírica
Es Cienfuegos una ciudad llena de lirismo, de finos senderos de luz nocturna que descansan sobre el mar.
Una urbe para amar, con su palacio de Valle y su inusual arquitectura, con su piano a la medida de todas las remembranzas y búsquedas.
Todo está hecho con gusto en Cienfuegos. Su limpieza proverbial, obra de personas anónimas que mantienen bien en alto la autoestima de los citadinos, convencidos de que su urbe es la más linda de Cuba, con su Benny Moré que parece desandar el parque junto a los caminantes que se le acercan para atraparlo al menos, en un recuerdo.
El mar, protagonista cercano, habita la artesanía, los olores y hasta el rostro de sus gentes, entusiastas por conservar lo patrimonial que vive en cada rincón, cada recuerdo antiguo de cómo se colocó la primera piedra en una plaza.
Fue fundada Cienfuegos en (1819), bajo el nombre de Fernandina de Jagua. Como lo real maravilloso, dos años después fue arrasada por un huracán y comenzó a llamarse con el mismo nombre que lleva hoy, el mismo que lleva la hermosa bahía en la que está situada.
Su centro histórico fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, con una arquitectura que mira a Francia, quizás por ello el lirismo sobresale en la fineza del detalle.
El Palacio de Valle es un lugar paradigmático. Su construcción empezó en 1913 y la obra fue encomendada al arquitecto italiano Alfredo Colli y el maestro de obra Juan Suárez. Se terminó en 1917, con un costo de millón y medio de pesos.
Los expertos afirman que el resultado es un un capricho arquitectónico, por ser una mezcla de influencias góticas, románicas, barrocas e italianas combinadas con el estilo mudéjar que estuvo en boga por la España de los siglos XII y XIII.
El espíritu se siente libre en Cienfuegos, tal vez porque el mar da la idea de infinitud coronada por la brisa fresca, muy fría en estos días de febrero, pero que deja la sensación de pulmones que respiran a toda capacidad, sin compuertas ni diques de contención.
La profesión nos llevó a Cienfuegos desde el occidente de la isla. No es la primera vez; pero en esta ocasión lo disfrutamos aún más, sobre todo en sus contrastes, pues también desandamos sitios naturales de impactante belleza refugiados en las montañas, a las que llegamos en un recorrido casi aventurero, en un transporte llamado “guarandinga”, un camión techado preparado para ascensos tortuosos en medio de una carretera en la que abundan las señales de peligro.
Un chofer bien experimentado, quien hace el recorrido en ocasiones dos veces al día, alejó los temores.
Las bajas temperaturas en el lugar y el aire frío llevaron a los más bromistas a decir que esperaban ver alguna de las montañas con nieve en su cima.
Pero el deseo no pudo ser cumplido ni siquiera en uno de los sitios en el cual el visitante pide sus más caros anhelos, lo cual agradó a una parte del grupo, defensor a ultranza del verano isleño.
Imagen: El Palacio de Valle, foto tomada del sitio Estás en tu mundo.
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