Ángel
Fuiste una hija esperada. Todos querían en casa que vinieras a este mundo, a pesar del duro año en que te tocó nacer, 1991, bien lo sabríamos todos los que tanto te amamos, especialmente al llegar 1993, marcado en mis íntimos recuerdos como uno de los abismos más ásperos contigo sobre mis hombros, quizás por ello aún más hermoso y tremendo verte ahora, dormida, como un ángel, segura, tranquila en plena primavera de tu vida.
Parece hoy aquel día en que vi cómo te extraían de mis entrañas y cortaban el cordón, que no obstante, jamás nos separaría. Él logra que siempre, bajo cualquier circunstancia, estemos juntas, como raíz pegada a su árbol.
Aún te veo con tu carita redonda y tu pelo negrísimo mientras anunciabas tu llegada.
Atrás quedaron las noches de vigilia - ¿quedaron?- perdidas entre biberones.
Creció tu inocencia y el dulce encanto de tu sonrisa, junto a esa afabilidad que te lleva a besar a todos cuando entras a las oficinas. No te lo he dicho nunca, tu sencillez es mi mayor orgullo, no tus notas. También la forma en que me has enseñado que lo que leíste te quedó dentro.
Buena, cariñosa, atenta, respetuosa, natural, así eres. Lleno de adjetivos el renglón, me es permitido, es el Día de las madres.
Las palabras que me escribiste en sencilla postal dan fe de cuanta ternura dejaron en ti los consejos de tu familia y las tremendas palabras de Antoine de Saint Exupéry en El Principito, libro pasado de moda y arcaico para algunos, cuyo amarillento cuerpo tú hojeas, aunque pasen los años, tomando los finos hilos de los que tira un bando de palomas.
Biología maternal : “Tenemos más de nuestras madres que de nuestros padres”. Leer en:
http://edwinvazquez.blogspot.com/
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maría jesús -