Periodismo el mejor oficio del mundo
Grandes escritores que fueron periodistas ayer, catalogan el acto de reflejar la vida como el mejor oficio del mundo.
Cientos de personas lo creen así a pesar del duro bregar en una profesión donde un error te puede llevar a enterrar a un vivo, o a colocar en la cima, con solo agregar dos ceros de más, a una empresa incumplidora.
Profesión en la que hay que hilar fino porque tiene el cuerpo al desnudo ante la mirada de miles de observadores, cada uno con sus criterios, libros y teorías.
Sí, el acto de hacer periodismo, muchas veces desde las más simples notas informativas es una acción solitaria, de tú a tú con la conciencia, con el humanismo y en la que no pocas veces se sacrifica el yo, por su efímera relevancia, y se deja el lugar al todo en una concesión ética no siempre bien comprendida en su dimensión y lucha.
Esta mañana al leer la crónica Sultanas entre aerosoles me he sentido como el viajero que llega a un recodo y tiene dos caminos al frente, uno de ellos está lleno de luz, con lo más hermoso de sus recuerdos, ideales, íconos; los gestos más enaltecedores de la gente. En el otro hay sombras. Razones varias les acompañan: carencias, desinterés y también algún escepticismo.
¿Cuál escoge el periodista para llevarlo a su hoja en blanco?. ¿Sólo el de la luz?. Ello tiene el riesgo de que el reflejo lo deje todo demasiado perfecto y transparente. Los hacedores de caminos se sentarían entonces creyendo que ya ese es el fin de todo, que han llegado a la perfección humana, ¿existe?.
Y el periodista no es un escultor a lo Miguel Ángel Buonarroti, quien trabajó hasta el más mínimo detalle para entregar la perfección llevada al mármol y el lienzo.
Tal vez el periodista es un cincelador; pero no a la manera del gran artista, porque su objetivo final no puede ser la presentación de un cuadro perfecto; la realidad no se lo perdonaría. En ella viven el verde, el azul, el amarillo, el negro, el gris, como en una paleta abierta bajo el ojo que la capta.
El escribano de notas informativas, reportajes y entrevistas no es un pintor. Él sueña con transformar, con mejorar, aunque a veces deba cometer autoantropofagia.
¿Y tantas vueltas neuronales por qué surgieron?. Es la dicotomía del ser disparado por una crónica y un puñado de fotos de una ciudad.
Se convierte a veces el periodista en un bateador ambidiestro, que no debe poncharse en ningún intento, ni en levantar una bola mala; pero tampoco al sacar del cuadro la que viene por el centro.
Tal vez por ello y a través de los siglos, desde que se descubrió la imprenta y la letra impresa da que hacer, tantos estudiosos aumentan el cristal de sus espejuelos apuntando al periodismo y anunciándole el fin, como si la profesión cabalgara junto a los cuatro jinetes del Apocalipsis.
¿Será verdad que es el mejor oficio del mundo?
2 comentarios
Julio G -
Prometeo -
Adelante y éxito.