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CUBANÍA

 

Fernando Ortiz es una de las grandes figuras de la investigación en el campo de la etnomusicología en Cuba, autor de conceptos actualmente tan extendidos en todo el mundo como el de “transculturación”.
 Este fragmento pertenece al primer capítulo del libro La música afrocubana, en el que se analizan los orígenes y peculiaridades del folclore de la isla.

 

 

Fragmento de La música afrocubana.
De Fernando Ortiz.
No se podrá achacar a petulancia patriótica si un escritor cubano dice que la popular música bailable de Cuba ha tenido desde hace siglos una gran resonancia, así en el Nuevo Mundo como en el Viejo, pues tal hecho es innegable. Cuba tiene una musicalidad nacional genuina y de cosmopolitas valores.

 

Dos son las cosas típicas de Cuba que ésta ha dado al mundo y han sido recibidas con universal beneplácito; y ninguna de ellas se debe sólo a los blancos, habiendo nacido ambas del abrazo cruzador de distintas culturas: el tabaco y la música. En Cuba fue descubierto el “tabaco”, en noviembre del año 1492, en esa misma forma de “cigarro torcido” o “puro” que sigue siendo un regalo de insuperada exquisitez. Herencia de indios y adaptación de negros y blancos; producto mestizo. Otro don de Cuba al mundo ha sido y es su música popular. Engendro de negros y blancos; producto mulato. Y esta última es de ambas cosas la más genuinamente de Cuba porque, mientras el tabaco y el modo de fumarlo no fueron privativos de los aborígenes, esas músicas mulatas, que se dan en Cuba como las palmas reales, sí son creaciones exclusivas del genio de su pueblo.

 

En los últimos lustros, como en siglos pasados, la música de Cuba ha logrado una era de fama más allá de los mares. Los cubanos hemos exportado con nuestra música más ensoñaciones y deleites que con el tabaco, más dulzuras y energías que con el azúcar. La música afrocubana es fuego, sabrosura y humo; es almíbar, sandunga y alivio; como un ron sonoro que se bebe por los oídos, que en el trato iguala y junta a las gentes y en Ios sentidos dinamiza la vida. No se puede negar la intensa musicalidad del pueblo cubano. ¿A qué se debe?

 

Parece indudable que la explicación de las peculiaridades de la música típicamente nacional de Cuba ha de hallarse en las confluencias de muy diversas “culturas” que han contribuido a sedimentar la del pueblo cubano. Digamos desde ahora que en la formación de la música cubana intervienen dos grandes corrientes culturales. las oriundas de Europa, las fluencias de las culturas “blancas”, y las que brotaron de Africa, las fluencias de las culturas “negras”.

 

Las músicas negras llegaron a Cuba con las blancas y con éstas se maridaron; y ambas son las únicas que por su estrecho abrazo han codeterminado las diversas características de la música nacional de Cuba. Europa y Africa han proporcionado los materiales con que ha sido moldeada la música de Cuba. No toda la música cubana tiene acento negro, parte de ella está compuesta bajo la inspiración y a estilo de la llamada “música occidental”, de la que algunos, con impropiedad, dicen “música universal” y es ciertamente la superior. Pero no es menos indudable que la música más característica de Cuba, la que le ha dado siempre resonancia mundial, es aquella que fue fundida con raudales de africanía, en este crisol criollo puesto al fuego tropical; producto de una transculturación blanquinegra, desde los multiseculares tiempos de la zarabanda, el cumbé y otros bailes plebeyunos hasta los contemporáneos éxitos de los compositores cubanos Amadeo Roldán y Alejandro García de Caturla, quienes llevaron los valores afroides de Cuba a la “alta música sinfónica” de nuestros tiempos en el auditórium universal.

 

De la concurrencia de las músicas blancas y negras, y según el grado de su mestizaje, en Cuba se origina una música eurocubana, de elementos blancos caldeados en el trópico climático y humano (por ejemplo: la canción romántica y la guajira al son del tiple) y otra afrocubana, en la cual se acentúan los factores negros (como la rumba y el son). Amores de la vihuela española con el tambor africano. Cosquillas a la blanca guitarra, rasgueando sus tripas sobre la entraña abierta entre sus caderas; caricias al negro tambor y manoseo de su piel caliente. Engendro mestizo, es decir, música mulata.

 

3 comentarios

zenia -

¡Bienvenida Noa¡ Sì el son cubano, con raìces bien cubanas. Hay una canciòn que dice: el son es lo màs sublime para el alma divertir/se debiera de morir quien por bueno no lo estime/ Suavecito/ suavecito/ suavecito es como me gusta a mì/.
Asì dice una canciòn nuestra muy famosa.
Dayana. ¡Estabas perdida¡. ¡que bien tenerte pro acà con tus aportes sobre cubanìa¡ . Asì es le llamò tambièn ajiaco, que no por casualidad se le llama igual a un caldo cubanìsimo con viandasy sazones de todo tipo capaz de levantar a un muerto. Estoy segura que si Tenesor lo prueba saldrà embelesado.

Dayana Litz -

Hola Zenia!!!
Me ha parecido muy interesante este post...
Es cierto que durante los siglos XVIII y XIX se producen las más acentuadas manifestaciones del proceso de \"transculturación\" que, según Fernando Ortiz en su libro publicado en 1987 Contrapunteo del azúcar y el tabaco, expresa que está en la raíz misma del surgimiento de Cuba como nación.
Como resultado del flujo de esclavos africanos hacia la Isla, su establecimiento con cierta autonomía cultural, gracias a los centros de reunión llamados cabildos y el desarrollo de la santería como una de las formas en que su cultura que logró sobrevivir, la naciente cultura cubana en la que lo nativo-indígena había sido destruido y lo blanco-español impuesto por la dominación colonial, se vio enriquecida por la poderosa presencia de lo africano. En otro divulgado ensayo, \"Los factores humanos de la cubanidad\", Ortiz estudia el fenómeno con detenimiento y propone la influyente metáfora del \"ajiaco\" como símbolo de lo cubano que persiste hasta nuestros días.

Noa -

:)
pues ya sabemos un poquito más sobre el son cubano...o lo del son es otra cosa, que digo yo, para no meter la pata.
Saluditos